miércoles, 15 de septiembre de 2010

CRÓNICA DE MOYUELA 2010

CRÓNICA DE LAS JORNADAS QUE LAS HUESTES ARAGONESAS PASSARON EN LA NOBLE VILLA DE MOYUELA, DE LA CAZA DE BRUXAS ET ADORADORES DEL DEMONIO QUE EL SANTO TRIBUNAL DE LA INQUISICIÓN FIZO EN ELLA ET OTRAS MUCHAS AVENTURAS QUE EN LA DICHA CRÓNICA SE VERÁN

Narradas, como es costumbre, por el Cronista Maior de la hueste regia transmutado en aquesta ocasión en Domini Can de la Orden de Predicadores de Santo Domingo.

In nomine Patri, et Filii, et Spiritu Sancti, amen.

INTROITO

Heme aquí de nuevo, mis amados lectores, por tercera vez en poco tiempo por contaros con el detalle que caracteriza a mis cálamos una nueva aventura vivida por los milites de la Corona de Aragón en tierras del campo de Belchite, en la noble villa de Moyuela, que será la última deste largo e cálido estío. Andaba el ánimo del cronista desde faze ya luengos meses algo mustio e pesaroso debido a las muchas fallas e inconveniencias cometidas cuando lo de San Jorge, allá por el mes de abril, cuando el señor don Ruy Ximén de Urrea tuvo a bien encargalle la organizatio del Mercado e Feria moyuelina por estar la mayoría de los fideles en disfrute de sus muy merecidas vacaciones estivales e ser necesario poner en manos de un buen mantenedor el adereço destas jornadas que digo, de tal modo que, deseoso de subsanar errores pasados e aprender dellos, púsose el escribano manos a la obra en un “Amén, Jesús” con la ayuda de don Gombaldo et donna Helena de Tramacet et con ánimo de fazer las cosas como bien deben facerse en la nueva oportunidad que el destino le deparaba.

Fue deste modo como durante varias semanas diéronse los mantenedores a los muytos e complexos trabajos que tal organizatio requiere, fablando con los grupos que a las jornadas iban a venirse, adereçando pitanzas e pernoctas, demandando detalles e complimentos logísticos para su buen desarrollo, escribiendo pergaminos con discursos e representatios teatrales e organizando, en definitiva, la Vª edición del Mercado de Oficios Artesanales e Feria Medieval de la villa de Moyuela como si de una visita de Su Majestad don Pedro II de Aragón se tratase. Y en tal modo e con tanta dedicatio hobiéronse complido todos estos trabaxos, que fizo el escribano por su divisa la enarbolada por el Conde Barack Obama grabando en su ánima el “YES, WE CAN” con tanto ardor que pudo salir de tal trance con buena nota.

Fue así como el día de San Nicolás de Tolentino, 10 de septiembre, cargamos nuestros enseres en el carromato que a Moyuela habría de conducirnos, llevamos el dito carromato al castiello de la Mesnada de ACHA por cargar en él los suyos et esperamos todos a la mañana siguiente por dirigirnos a la villa de Moyuela e començar el desarrollo de sus jornadas con la tranquilitas de tenerlo todo bajo un más que relativo control.

PRIMERA JORNADA

Llegada a Moyuela e recordatorio de que no sólo hay polvo el Miércoles de Ceniza…

Tomamos de buena mañana, a eso de la hora de tercia, el camino real hacia Belchite don García Romeu e yo mesmo en mi corcel blanco el día de San Vicente Abad, llegando a un fondaco a la orilla de la carretera do el escribano vistió ya sus hábitos monjiles para algarabía de los allí reunidos (entre los que se encontraban unos caballeros del Santo Sepulcro amigos de don García Romeu), nos desayunamos complidamente et esperamos a don Eximén Cornel et don Pedro Maça, que llegaron tarde debido a que el gallo se les durmió et las sábanas le pesaron al Cornel media hora más de lo debido, por lo cual apenas hobieron tiempo de saludarnos antes de tomar de nuevo los caballos e continuar camino hacia Moyuela, do llegamos apenas una hora e media después de tercia.

Descendimos de las monturas ante el palacio de los Tramacet, saludamos muy contentos a nuestros anfitriones e hallamos en la campa do íbase a adereçar el campamento a nuestros buenos compañeros de ACHA don Ximeno Marco de Celaya, don Agón de Montanyana, e otros varios e varias que llegarían aluego como el elfo Naule Eldelbar, donna Elena o don Pedro de Ahones, amén de don Jaume Montull, donna Elisa de Montserrat et donna Sabina de Arcoflis, llegados de Çaragoça e Huesca los unos et de Villafranca del Penedés los otros, de tal manera que tras los saludos, abrazos et plácemes de rigor descubrimos en la dicha campa tres o cuatro dedos de fina tierra blanca que en un sant y amén pusiéronnos los çapatos e ropas como picapedreros de cantera, llenándonos ojos, pulmones e pieles de polvo e recordándonos que “pulvis es et in pulverem reverteris” no sólo en Miércoles de Ceniza sino en cualquier época del año.

Hobimos de esperar la llegada del carromato que traía nuestros enseres aún cerca de una hora e, por fin, llegado el dito carromato començóse la tarea de descargallo e montar pabellones e toldo, cosa que se fizo no sin grandes trabaxos debido a la dureza del suelo e a la dificultad para clavar en él las piquetas, que parescíamos provocar terremotos de tan grandes golpes dados a los fierros con las mazas hasta tal punto que don Ximeno de Celaya firióse malamente un dedo de tanto ahínco con el que intentaba hincar en el polvo las malditas piquetas. A pesar de lo cual bien prontamente fue adereçado el campamento con sus pabellones e toldo muy lindamente plantados, tras lo qual cambiaron los mesnaderos sus ropas del siglo por otras más acordes e fizimos ya una descubierta por encontrar un lugar en el que calmar las hambres, que a lo tonto se había llegado la hora de nona et las tripas ruxían por sus derechos.

Fuéronse unos al tendal de unos moros que en el Barranco había por mercarles unos bocadillos de kebab en pan de pita et varios acheros viniéronse conmigo a la parte posterior de la iglesia de Moyuela, do nos aliviamos los estómagos con unas buenas ristras de longanizas e morcillas e choriços encerrados entre el pan e regados con cerveza e otros espirituosos que muyto nos relaxaron los ánimos, tras lo qual pasámonos por otra jaima moruna por degustar un té a la menta como los sarracenos suelen preparar acompañados de lamines con miel e frutos secos, mas que a uno de mis compañeros parescióle tal brebaje nauseabundo como con sabor a pegamento, haciéndole xurar que ante el buen café et las galletas de toda la vida que se quiten el agua sucia et las pastas de tierra morunas, e non digo más.

E como el tiempo érase pasado et se acercaba la hora del desfile et la inauguratio de las jornadas, fuímonos todos al campamento por vestir nuestras ropas de gala (salvo el escribano, que non soltó de su cuerpo sus hábitos monjiles en todos los dos días del evento) e partimos muy pintxos et escoscados en busca del alcaide de Moyuela a su domicilio en lucido desfile… precedidos por las siempre novedosas e sorprendentes fanfarrias de los Heráldicos de Caspe (disculpen vuesas senyorías el sarcasmo) con sus trompetas, timbales y la madre que los trujo, pues ya resultaba cansina la salmodia del “póm, pom-pom, porróm-porróm, pom-pom, porropotopóm, pom-pom… paaaa-pa parabarabá papapaaaaa-pa, parabarabá papapaaaaaa-pa” con que nos obsequian allá do coincidimos, si bien he de decir en su descargo que aún tuvimos la fortuna de asistir tras el desfile a un nuevo redoble que, por suerte, hase venido a ampliar el repertorio de su “Hit Parade”.
Llegados a la fuente de la villa, abrió el señor alcaide las jornadas con la petición de la lista de sus participantes, tras lo qual procedió el escribano a leer el pregón de inauguratio:

¡MOYUELINOS!

Hubo un tiempo en estas tierras en el que las gentes sufrían grandes penurias, los reyes llevaban corona, los castillos no estaban en ruinas, se trabajaba de sol a sol y las princesas no sabían lo que era presentar un telediario. Eran tiempos duros y difíciles, desde luego, pero precisamente por eso los seres humanos sabían apreciar todos y cada uno de los buenos momentos que les ofrecían sus vidas, que no eran muchos pero sí intensos.

Es nuestro privilegio, no obstante, poder recuperar lo mucho bueno que tuvo esa época medieval y dejar a un lado sus tragedias y dolores porque también sabemos que eso de que “cualquier tiempo pasado fue mejor” es una mentira como la catedral de Burgos o la Seo de Zaragoza (por poner un ejemplo más de aquí). Dejaremos a un lado, pues, la Peste, la Guerra, el Hambre y la Muerte y nos quedaremos con el mercado, los desfiles, los juegos, los cuentos y el teatrillo para dibujar un cuadro que no por ser más agradable deja de ser menos histórico.

Así pues, con permiso del rey nuestro señor y de nuestro señor Alcalde y en vista de las condiciones precarias por las que atraviesan nuestros amados reinos y condados de esta Corona de Aragón, que son parecidas a las que azotan toda la Hispania y parte del extranjero, Su Majestad y las autoridades del municipio de Moyuela y adyacentes o dependientes de él han tomado las siguientes determinaciones:
  • Primera: Durante dos días las gentes de este municipio, sus gobernantes, vecinos, visitantes e cualesquiera otras personas que en él se hallaren vivirán inmersos en la Edad Media, que fue la época más parecida a la que hoy día sufrimos.
  • Segunda: Queda decretada la alegría y el festejo durante las presentes jornadas medievales, por lo cual estará terminantemente prohibido por el Municipio y la Iglesia quejarse de las condiciones económicas que nos azotan bajo pena de excomunión y azotes en el trasero para los aguafiestas.
  • Tercera: A todo aquél que pronunciase durante estos dos días la palabra “crisis” le será aplicada la multa de cincuenta céntimos de euro jaqués, que se introducirán en una urna y será dedicada a comprar jamón, chorizo y viandas a repartir entre todos los vecinos que no la haya pronunciado. Nada de CRISIS. ¡Caca!.
  • Cuarta: Queda prohibida la reducción de salario a todos los niños, por lo cual la propinica que reciban de sus padres será aumentada en un 15%, siendo gastada la dicha propina en chuches, caramelos, dulces, juguetes y juegos varios de acuerdo con la ley que determinen sus padres (tampoco hay que pasarse).
  • Quinta: Todo aquél que se niegue a comer jamón, chorizo o cualquier otro derivado del cerdo, será tenido en sospecha de la Santa Inquisición a no ser que se pase al marisco, los calamares a la romana y las sardinas asadas (que tampoco conviene jugar con el colesterol por dárselas de cristiano viejo).
  • Sexta y última: Habiendo sido decretada la alegría y el festejo en el punto segundo de esta normativa, será obligatorio pasarlo lo mejor posible, disfrutar de la vida (que para eso nos la dio el Señor), cantar y bailar cuando haya ocasión para ello y comer y beber de lo que haya… si lo hay.

Por orden del Rey. He dicho.


Tras lo cual, paso la voz y la palabra al señor Alcaide de la Villa de Moyuela

PALABRAS DEL EXCMO SR. ALCALDE DE MOYUELA:

Ojalá, queridos vecinos y amigos, estas condiciones que acabamos de oír pudiesen ser ampliadas a todos los días del año y a todos los pueblos y ciudades de España. En cualquier caso, queremos desde este púlpito daros a todos la bienvenida a estas jornadas medievales y pediros que las disfrutéis al menos tanto como ha sido el cariño que sus organizadores hemos puesto en ellas. Y como dice la sabiduría popular en boca de Baltasar Gracián que “lo bueno, si breve, dos veces bueno”, acabemos coreando un grito que se oiga desde el Pirineo hasta Teruel:

MOYUELINOS:
¡¡¡VIVA MOYUELA!!!
¡¡¡VIVA ARAGÓN!!!


Tras ello tuvo lugar el primer acto de la encuesta inquisitorial en la que fueron acusados dos reos, los quales fueron puestos a buen recaudo hasta la mañana siguiente, en que serían interrogados por el Santo Tribunal. Acabada la pesquisa, continuóse el desfile por el mercado de Moyuela, deteniéndonos un instante ante el gallo que representa a la villa por rendir homenaje a su historia e reçar por ella un pater noster en buen latín. Llegados a la casa del alcaide, despedímonos dél con grande grita de aplausos e tornamos al campamento, do los mesnaderos de ACHA preparáronse para efectuar una reyerta en las calles del mercado mientras los demás adereçábamos la campa para el tiro con arco et la expositio de armas para los visitantes, en tal modo que de allá a poco vímonos todos rodeados de infantes, adultos e abuelos dispuestos a probar fortuna con el arco, contemplar e blandir la panoplia de los guerreros aragoneses o entrenar sus braços con las espadas en la esgrima para niños. E una vez más el escribano fizo de su arte de escribanía espectáculo en tal modo que muy lindamente fueron pintados sobre hermosos diplomas los nombres de los pequeñuelos que habían participado en el tiro con arco, que era grande alegría e gozo ver las caritas de respeto e agradecimiento de los niños cuando con vocecita tímida decían al amanuense su nombre, de tal manera que aprovexó en cronista la ocasión para añadir unos sencillos dibuxillos cabe al nombre del agraciado al escribillo, cosa que fue muy agradescida por padres e hijos.

Un buen par de horas pasaron en estos agradables trabaxos, los unos enseñando las armas (et aún disparando el escribano un palo de fuego por prima vez, que me dexó los oídos muy perjudicados mas resultó una gozada la experiencia), tensando el arco los otros et mostrando los golpes de la esgrima los demás, de modo que poco a poco fue cayendo la oscuridad sobre la villa et nos preparamos todos para ir, junto a las gentes de Moyuela, a la cena que en los pabellones de las piscinas de la villa habíase adereçado et que consistió (¡nunca, jamás en la vida lo adivinarán mis lectores!) en una ensalada et el estofado al que tant grande cariño e aprecio tiene el cronista, si bien en aquesta ocasión era de jarretes de ternasco, lo que templó un poco la animadversión de mi estómago por la carne estofada. Aprovexé uno de los güesos del dito jarrete para fazer en él unas gollerías: con el magnífico cuchillo de afiladísima hoja mercado al maestro de arqueros don José Luis Íñiguez de Azogaraz, practiqué en el güeso varios agujeros et vacié el tuétano del mesmo (que golía a rayos del infierno, vive Dios, despertándome unas arcadas espantosas) fabricando una muy linda flautica que aluego iba a servirme para otro menester que en su momento se verá.

Acabada la cena, como el amanuense non tenía ganas de juergas ulteriores e, además, la penosa megafonía del lugar fazía que a los intervinientes en la animatio de la cena se les entendiese lo mismo que a un moro hablando en árabe con la boca llena de migas, salíme a la campa e trové en ella unos hachones encendidos en tal modo que estaba el lugar fresco e muy lindamente silencioso e tranquilo, aprovexando para sentarme e contemplar las estrellas pidiéndoles que el resto de las jornadas moyuelinas fuesen al menos tan bien como la que ya a punto estaba de finiquitar. Viniéronse a acompañarme a poco los acheros don Ximeno Marco de Celaya, donna Elena, don Agón de Montañana e otros, departiendo muy amistosamente bajo las estrellas (si bien el frío habíame ya empujado a buscar mi capa de lana a las alforjas de mi montura) hasta que juntámonos todos bajo el toldo, a la luz de los candiles, velas e hachones, contando chascarrillos como solemos en una noche fresca mas muy agradable e deleitosa.

E así llegóse el momento del último acto de la jornada, que non fue otro que el desfile de antorchas hasta la ermita templaria de Sancta María, do tuvo lugar un muy lucido cuentacuentos que fizo la delicia de los niños con la historia del escudero Juan et el dragón durante el cual fize uso de la flautica fabricada durante la cena para cantar la trova "yo soy un hueso del pobre Juan, el escudero de un vil señor, que con mi muerte quiso ocultar, que fui yo aquél que mató al dragón", e donde pudo el escribano comprobar que entre las muchas e grandes virtudes que adornan al gran caballero don Eximén Cornel non figura la del canto precisamente, pues han escuxado mis oídos cornejas cantar mejor, mas es cosa que carece de importancia pues non credo que el buen Cornel deba nunca volver a ponerse en el brete de cantar trovas ante una multitud expectante como la que le escuxaba en la ermita de Sancta María de Moyuela. Acabó el cronista la su actuación contando ante los pequeños la muerte del buen rey don Sancho Ramírez en el cerco de Huesca, siendo por todos muy aplaudida et especialmente por el señor don Eximén, que mucho gusta destas leyendas aragonesas como es sabido, et por don García Romeu, que contemplaba enternecido los rostros de los infantes allá reunidos bajo las estrellas mientras escuxaban al escribano desgranar sus historias...

E así llegóse la hora de la pernocta, bien que mientras don Jimeno Cornel e yo mesmo nos retirábamos a nuestro aposento en el palacio del señor de Tramacet, aún quedaron en la campa e la fiesta el resto de mesnaderos (especialmente donna Helena, que andaba desatada con la mosica et la algarabía). Mas el sueño ya nos rendía a los mayores et media hora pasada de laudes caímos en braços de Morfeo muy sosegadamente hasta bien entrada la mañana del siguiente día, último destas jornadas moyuelinas.


SEGUNDA JORNADA (E POSTRERA)

"Yo non sé nada. Por Amor de Dios!”

Hacia la hora de tercia, más o menos, del día de San Guidón hallábanse ya don Eximén Cornel et el escribano listos para rematar la última de las jornadas que venimos narrando, de modo que tras las abluciones e alivios varios salímonos a la calle para encontrarla vacía de moyuelinos et mesnaderos, pues al parecer la algarabía nocturna se había extendido hasta altas horas de la madrugada et los cuerpos pedían descanso a sus dueños. Mas hete acá que viendo llegar desde lo lexos de la calle a tres personas a las que non pudimos identificar, hicimos don Ximén e yo mesmo caso omiso dellas hasta que una voz nos resultó familiar… descubriendo sólo entonces questas tres personas que digo non eran otros que los arqueros don Íñiguez de Azogaraz, don Gonzalo et donna Merce de Arcomedievo, que habíanse venido a compartir con nosotros la jornada et que de buenas a primeras, entre el sueño e la falta de desayuno, non habíamos acertado a reconocer.


No obstante, saludados nuestros buenos amigos -haciendo pelillos a la mar de viejas cuentas entre escribanos traidores, caballeros altivos e arqueros mercenarios-, fuímonos todos a una fonda del pueblo, do degustamos nuestros cafés e lamines e trovamos en ella a los arqueros de la Flor de Lis, de modo que juntámonos todos et departimos unos momentos con grande plazer antes de baxar a la campa do los mesnaderos començaban ya a despertarse bien entrada la mañana, de tal modo que apenas una hora antes de sexta hallábanos preparados para la siguiente actividad, que era la asistencia a la Santa Misa et la preparatio del interrogatoprio inquisitorial a las puertas del templo tras ella. Llevamos allá todo lo necesario et lo aprestamos en la plaza de la iglesia mientras algunos mesnaderos asistían a la Misa, tras la qual -que se alargó un tantico, pues era la despedida del párroco de Moyuela, que era trasladado precisamente a Zufaria- fizieron los guerreros arco de espadas al sacerdote et al alcaide de la villa et su duenna mientras el monje escribano bendíjolos en buen latín, cosa que fue muy gratamente rescibida por los presentes.

E tras ello celebróse la encuesta inquisitorial, en la qual fueron torturados tres reos en tal modo que muy grandemente aplaudido fue el auto representado, especialmente la magistral actuación de maese Agón de Montañana, que daba gritos de auténtico endemoniado, tras el cual fuimonos todos de regreso a la campa por departir entre nos antes de marchar al condumio, no sin antes tomar un tentempié en las brasa tras la iglesia de Moyuela, do maese Pedro Maza et maese Corronchos Ignifocus deleitaron al respetable cantando, entre otros, aqueste son:


Si en una noche oscura en el bazar
Cayese alguna banda sobre ti
Mi amo, en un pis-pas les zurrarás
Te sobra un genio para repartir
Usa mi magia y vencerás por K.O.
Soy dinamita a punto de explotar
Y ya verás, ¡qué flash! Está chupao
Solo esta lámpara debes frotar
¿Quién llama?

Mi amo y mi señor
¿quiere algo en especial?
Le aconsejo
Nuestro pavo real
No hay un genio tan genial

Je suis su maitre ici
Un tipo servicial
Me repita, mande, le oigo mal
No hay un genio tan genial

Sí, sí, servicio cinco estrellas
Comerás mejor que el sha
Cualquier manjar, cous cous, ¿qué más?
Tal vez un poco de baklavá

¿Qué tal un shiskebab
y frutas al final?
Aquí el menú, lo escribes tú
No hay un genio tan genial

¿Has visto algo así?
Ahora prueba tú
Ahora aprenderás otro truco más
¡Cuidao que quemo!
Y toma ya
Cuando digo, "Abracadabra," bon voyage
Yo les hago desaparecer

Te ha dao el telele, te has quedao pasmao
A tus problemas soy la solución
Fui el primero de mi promoción
Yo soy un genio super enrollao
Lo que tú mandes se hará, te sirvo a ti
Susúrrame, te escucho, suéltalo
Sé que la lista es más de un millón
Tú frota bien y luego dímelo, eh oh

Mi amo y mi señor, ¿qué puedo hacer por ti?
Ya estoy aquí, ¿qué tal mi amor?
No hay un genio tan, no hay un genio tan genial
No hay un genio tan, no hay un genio tan genial
No hay un… genio… tan… geee…niaaaaaaaaaaal

E como entre tanto mencionar comidas habíasenos despertado el apetito acudimos todos al fondaco “El Cordonero” do degustamos por apenas diez euros jaqueses unas papas bravas, ensalada e callos con tomate como entrante, seguido de una exquisita judiada con sus chorizos, morcillas e pancetas que nos asentó en el cuerpo como bala de plomo, regado todo ello con vino peleón, agua e refrescos varios e finiquitando como postre un flan u helado (para quienes lo quisieron) et el consabido café que pone glorioso punto final a toda buena pitanza.


Tras la comida, que compartimos con los almogávares de Lurte et los arqueros de Arcomedievo, regresamos a la campa e marchamos algunos a dormitar al césped de las piscinas, do el escribano tuvo un corte de digestión muy doloroso que le dexó las tripas muy mal acomodadas, si bien fue pasagero et sin consecuencias ulteriores. Mas ya iban cayendo las horas de la tarde e fazíase tiempo de regresar, de modo que desmontamos los pabellones, recogimos las panoplias e sudaron maese Gombaldo et otros varios la gota gorda intentando sacar de la tierra dos o tres piquetas que se obstinaban en mantener el matrimonio con el polvo e las piedras del río hasta que por fín pudieron ser extraídas del suelo.


Poco más queda por contar: esperamos con paciencia la llegada del carromato que había de llevar nuestros enseres a Çaragoça, cargamos todo nuestro equipo en él, despedímonos con grandes muestras de cariño los unos de los otros, dando infinitas gracias el escribano a todos los buenos amigos que habían fecho posible tan espléndidas jornadas, e partimos hacia la capital del Ebro con buen ánimo, descargando en el castiello Fidelis pabellones, toldo, mesas, bancos, sillas e armas e dexando el carromato camino del local de ACHA para fazer lo propio en él con los suyos.
E así, cansado, derrengado, cubierto de polvo mas con el ánima repuesta de los pesares que la amostazaban desde la espina de San Jorge, os lo ha contado el escribano e organizador de la Feria de Moyuela dom Enrique de Çaragoça, como lo seguirá faziendo siempre que la ocasión se lo depare.

En el castillo de Zufaria, a 14 días del mes de septiembre de 1210, festividad de la Exaltación de la Santa Cruz.

martes, 7 de septiembre de 2010

Crónica de Peracense 2010 (y V)

QUINTA JORNADA (et postrera)

Llega el final del túnel del tiempo

E ya amanesció el día de Santo Domingo de Guzmán, fundador de la Orden de Predicadores, último destas jornadas en Peracense, cuando tras los consabidos alivios, abluciones e desayunos contemplamos los mesnaderos cómo algunos dellos començaban ya de buena mañana a desadereçar sus pabellones por transportar sus enseres a las caballerizas allende las murallas del castillo, pues eran muchos los trabaxos que les aguardaban e non menos las horas de viaje a sus respectivos feudos. Sin embargo faltaba aún el último acto de la tragedia que durante tres días vivió la tenencia de Peracense, estando don Ruy Ximén de Urrea preso en las manos del Cornel, cargado de grilletes et con su honra puesta en entredicho. De modo que a eso de la hora de sexta mandó don Eximén traer a su presencia al desposeído tenente e ocurrió lo que sigue:

Ximén Cornel baja de la torre y su gente coloca una silla de tijera en el podio que hay ante la plaza de armas, al pie de la escalera. Al tiempo que se sienta en ella, el viejo dice:

Cornel: Galcerán, que tus hombres traigan aquí a don Ruy

Galcerán va a por Ruy, quien ha pasado la noche preso et engrilletado en el aljibe.

Cornel (dirigiéndose a Galcerán): Un ricohombre de Aragón no debe llevar grilletes más tiempo del necesario, liberadle…

(Galcerán libera a don Ruy los grilletes de las manos)

Cornel (dirigiéndose al Urrea): Don Ruy, ya nada tengo contra vos ni contra vuestra casa, puesto que Peracense ha vuelto a mis manos, de las que nunca debió salir. Sois libre de ir donde os plazca, fuera de estos muros y de las tierras de mi señorío.

Urrea: Yo, no obstante, mantengo pendencia contra la casa de Cornel. Por ello, en mi condición de caballero, os exijo por derecho el Juicio del Altísimo, solos, entre vos y yo... Ya que no el Rey, sea Dios quien me entregue Peracense. ¡Os reto, señor Cornel!

Cornel: Sea pues, a Su Justicia me encomiendo. ¡Acabemos, avaricioso abastador! ¡Abrid el campo!

Don Ximén se despoja de sus vestiduras y se arma, mientras que Enrique, parcial de don Ruy, busca las armas de éste. Ambos judicantes rezan brevemente antes de dirigirse al lugar de justar. Mientras esto ocurre, dom Enrique lee al público asistente las condiciones del duelo judicial:

DUELO JUDICIAL

A las damas e caballeros presentes en la fortaleza de Peracense.

Habiéndose dado el caso de emplazamiento a duelo judicial del emplazado don Ximén Cornel por el tenente deste castillo don Ruy Ximénez de Urrea por la posesión del mismo, et recogiéndose jurisprudencia de dicto duelo en el Fuero otorgado por S.M. don Alfonso el Segundo de Aragón a la villa de Teruel en el anno de 1176, en su folio LIII, capítulo CCXI sobre el duelo judicial de los deudores emplazados, sea concedido tal emplazamiento et sea desarrollado el duelo del modo siguiente:

- Primero, que hallándose demandante e emplazado presentes en el campo, e habiéndose llegado a acuerdo entre ellos, non sea necesaria la búsqueda de adalides que los representen, siendo los dos ricoshombres suprascriptos, don Ruy Ximénez de Urrea et don Ximén Cornel, quienes tomen las armas et luchen por su razón en sus propias personas.

- Segundo, que bajo pena de muerte ose ninguno de los parciales de ambas casas ayudar a sus respectivos señores en la lucha, ni procurando la victoria de su señor ni facilitando la derrota del adversario.

- Tercero, que la lucha sea desarrollada con las armas de caballero, esto es, a espada e escudo.

- Cuarto, que un juez imparcial vele por el desarrollo del juicio e non permita trampa ni añagaza por parte de ninguno de los contendientes en el desarrollo del mismo.

- Quinto, que un escribano o secretario tome nota del desarrollo del juicio e dé fe del resultado del mismo, siendo llevado el escrito ante Su Majestad por darle su beneplácito.

- Sexto, que el resultado del duelo judicial, sea cual fuere, sea tenido por juicio e voluntad del Altísimo por todas las partes implicadas en él, aceptándolo sin derecho a réplica.

Establecidas las condiciones e aceptadas por las partes implicadas, de, pues, comienzo el duelo cuando ambos contendientes estén convenientemente preparados para el mismo.


E assí fecho, combaten ambos caballeros en la segunda liza del castillo por la posesión del mismo. Don Ximén Cornel lleva la iniciativa en la lucha, pero a la postre es el señor de Urrea quien se hace con el triunfo desarmando a su adversario e faziéndole hincar la rodilla en el suelo…

Urrea: Dios ha hablado por el filo de la espada de la Casa de Urrea. ¿Reconocéis que habéis sido vencido en lid justa y honrosa? ¿Reconocéis que Nuestro Señor Jesucristo ha ratificado, por medio de este duelo judicial, que la Tenencia de Peracense pertenece a la Casa de Urrea?

Cornel (cabizbajo y avergonzado): Sí, reconozco que, si bien en justicia Peracense me pertenece con recto Derecho, Nuestro Señor Dios me lo ha negado por mis muchos pecados. No soy digno de la tenencia y mi vida está en vuestras manos, pero no imploraré por ella, ¡no!.

Urrea: Sin embargo, yo os la concedo, no manchare mis manos con vuestra sangre. Sé que la pasión y el orgullo os han cegado. Os concedo la libertad de abandonar Peracense a vos, a vuestros parientes y a vuestros hombres.

Cornel: Os agradezco, en cuanto vale, la gracia de mi vida y la de los mios, barón. En esto estoy en deuda con vos. Y juro que nada más deseo que poder pagarosla algún día. Que Santa María y su Hijo os guarden hasta entonces...

Don Ximen, manteniéndose en su dignidad, abandona el castillo.

Urrea (alzando la espada): ¡¡¡¡PERACENSE POR URREA!!!! ¡¡¡¡ SAN JORGE Y ARAGÓN!!!!
Todos: ¡¡¡¡ARAGÓN, ARAGÓN, ARAGÓN!!!!

Deste modo la tenencia de Peracense permanece bajo el pendón de Urrea gracias a la perfidia e la felonía de un barón que non supo obedecer a su rey llevado por la ambición de sus posesiones... Nadie dijo nunca que el mundo fuera justo, e aquí hallamos buena cuenta dello.

E ciertamente poco más queda ya por contar. Tras la derrota del Cornel los mesnaderos acudimos a la mesa por degustar la última pitanza mas ya todos pensábamos más en los agotadores trabaxos de desmonta del campamento et de las salas del castilllo et en el viage de regreso que en mantener erguido el orgullo de Peracense resucitado. Assí que tras la comida -ya en franco decaimiento de las formas e modos- abrióse sesudo parlamento entre los asistentes, fabláronse muy complidas raçones que non es aqueste lugar de detallar e poco a poco fuimos poniéndonos al avío del desmonte del campamento e su traslado al carromato que en las caballerizas nos esperaba, lo qual fue fecho en non demasiado luengo tiempo et todo hobiesse quedado sin otra novedad de non seer que la bestia que habría de transportar los enseres de la mesnada Fidelis a sus possesiones en Çaragoça obstinábase de nuevo en non cabalgar por falta de forraje, lo cual nos obligó a fazer descanso en la villa de Peracense mientras esperábamos ayuda de los mantenedores de las caballerizas. De modo que aprovexamos el tiempo de espera para entregar a los posaderos de la fortaleza un muy lucido pergamino de agradescimiento por sus desvelos, tomarnos unos espirituosos, rescibir las felicitaciones de maese Artal de Alagón por nuestra dedicatio e incluir en la nómina de los Fideles del Rey a don Pedro de Ahones, desde ese momento miembro de derecho de la Mesnada Real.

E assí, a más de una hora passada de completas, pudimos por fin salir de la sobrecullida de Daroca pensando que a los mantenedores de la mala bestia que nos había tocado en suerte íbanle a pagar el alquiler de la misma Santa Rita "La Cantaora" e San Jorge mano a mano, que non son maneras de alquilar bestias que non quieren cabalgar habiendo pedido una que sí lo fiziera sin remilgos. Una hora e media más tarde descargaron los Fideles sus enseres en la cilla çaragoçana mientras el escribano, bastante maltrecho e con ganas de coger su cama en el castillo de Zufaria, emprendía su camino aparte llegando a sus possesiones poco antes de completas.

E assí como lo he contado sucedieron aquestas honrosas jornadas en el castillo de Peracense, que vio por vez primera en 700 años retornar a la vida sus salas e lizas gracias al tesón et el buen fazer de los mesnaderos que a ellas acudieron e que sin lugar a dudas volverán a alzar sus pabellones et estandartes en ocassiones postreras.

En el castillo de Urrea, en la ciudad de Çaragoça, a 17 días del mes de Augusto deste anyo de 1210, festividad de San Eusebio de Sicilia.

FIN DE LA GRAN CRÓNICA DE PERACENSE 1210

Enrique de Çaragoça

Cronista Maior de la Hueste Fidelis Regi

Crónica de Peracense 2010 (IV)

QUARTA JORNADA

Documentos dudosos e batallas seguras

Trepóse Helios en los cielos la mañana deste día de San Sixto, cuarto de las jornadas en Peracense, et levantóse el escribano del lecho que habíase acomodado mal que bien con una pata de muleta -como quien dize- tras haber pasado una nocte regulera en companya de las roncas de los mesnaderos (bien gruesas, a Fe) et los dos frailucos cistercienses que el día anterior habíanse venido al castillo por coadjuvar al capellán en sus tareas et que dormieron en mi pabellón, muy junticos, enterándose el amanuense de que ambos freires habían pasado las horas nocturnas en idas e venidas a la capilla del castillo por rezar los maitines, laudes e prima, que ya son ganas de mucho orar e poco dormir o de jugar a juegos misteriosos, questo es algo que quedará en la privacidad de sus personas…

Sea como fuere, fechas las abluciones matutinas, cogió el escribano su caballo blanco e acompanyó con él a los sennores don Atho de Foces, don Assalit de Gúdal et la simpar donna Roçío Bruna a la cercana Villafranca del Campo, do conseguimos unos pocos dineros en los cambistas de la villa e mercamos unos lamines por desayunarnos, cosa que fizimos complidamente luego en la fonda de Peracense, si bien en poco rato pues ya nos esperaban de seguida en la fortaleza para continuar con los muchos trabaxos que en ella nos aguardaban.

Començó así el castrum a llenarse de vida nuevamente, acomodáronse las guardias al mando del sargento de fierro don Assalit, como el día anterior, e preparámonos todos para el siguiente capítulo de la tragedia peracensis: entregado el documento de la nueva tenencia al senescal don Ruy Ximénez de Urrea, espera don Ximén Cornel el resultado de su análisis e la decisión del noble aragonés al respecto. En las escaleras de acceso al recinto superior es formada la guardia e dispuesto un sitial en el que don Ruy se aposenta junto a su Secretario de Cartas Latinas, desarrollándose un parlamento según el qual no da por válidfo don Ruy el documento aportado por el Cornel, marchando éste iracundo e prometiendo volver... bien acompañado.

E así, con los más negros augurios, el Cornel abandona el Castillo Rojo e don Ruy se dispone a pasar revista a la guardia, que rescibe la orden de extremar su vigilancia ante la posibilidad más que segura de ser sorprendida por un ataque de las fuerzas cornelianas que, a buen seguro, acudirán a defender los derechos de su señor.

Fecho lo qual, continuóse la atención a los quehaceres de la fortaleza, incluyendo entrellos la acogida a los muytos visitantes que la emisión del programa “Aragón en abierto” et el boca-a-boca habían llamado a Peracense faziendo que más de un millar de curiosos se acercasen con sus jamelgos e familias al Castillo Rojo redivivo. Llegóse deste modo la hora del yantar, que fue de ensalada e rancho de carne con guisantes e otros adereços -por si el escribano habíasse olvidado del, ¡mal rayo lo parta!- et que, a falta de sitio en la campa baja, fue degustado en aquesta occasión por el escribano en el campamento de la Mesnada de ACHA, en la segunda liza del Castillo Rojo, muy hermoso et en muy buena compañía de donna Thoser, don Ximeno Marco de Zelaya, maese Corronchos, maese Ludus Monstruorum et alguno más que agora non recuerdo, mas para mi desgracia estaba el dito campamento achero en buena posición de vigilancia mas en mala para quien arrastra las carnes por arrobas, que muy bien puede decirse que quemé por el camino las pocas grasas que el rancho del demonio habríame cargado en las tripas.

Abrióse entonces la sobremesa, como suele, marcharopn algunos mesnaderos al pueblo por tomar unos cafés et dirixíme a la sisha de mis amores en la taberna de la fortaleza mientras Germancico de Leyva se tomaba un agradable baño en una tinaja, todo desnudico, que estaba la tarde calda en extremo e non son las altas temperaturas buenas para un infante de tan tierna edad, de modo que muyto disfrutó el chiquitín de su baño e muy refrescado salió del, que daba gozo verlo tan contento e a punto de echarse esa siestecica que siempre tardan en iniciar los pequeñuelos, llevados por la curiosidad de quanto les rodea, para disgusto del descanso de sus padres…

Assí fuesse pasando la tarde, entre visitas de los curiosos e tareas de los mesnaderos, cuando fue llegada la hora en que don Ximén Cornel iba a traernos buenas razones, de más pesso e contundencia, para serle transferida la tenencia de Peracense. Ya desde poco después de vísperas fue arremolinándose la gente acá e acullá sin orden nin concierto quando los atacantes se dirigieron al camino exterior de la fortaleza acompañados por el Cornel, que esperaría a las puertas de la mesma.

Dispusiéronse los arqueros e los vigilantes en las murallas e subiósse el escribano a lo alto de la falsatorre del homenaje con un cubo lleno de agua para el menester que aluego contaré a mis lectores, mas con tan mala fortuna que entráronle al amanuense ganas de desbeber lo bebido en tan mala hora que a punto estuvo de fazello en el cubo que digo, lo qual hubiera sido gollería e muy mala idea por lo que aluego se verá. E fue el asalto al castillo de Peracense como sigue:

A una señal del senescal de Urrea, arroja el escribano una cuarta del cubo de agua sobre las escaleras de acceso a la torre indicando con gesto torcido e grandes gritas que las cisternas superiores están casi secas et enfangadas e pidiendo a las aguadoras que partan en busca del líquido elemento al río. Marchan las buenas mozas a cumplir la orden et passa un buen rato en el entretanto, de modo que las gentes que esperan desde hace casi una hora ver estocadas e golpes de ferruza comienzan a impacientarse, mas toca armarse de paciencia hasta que, por fin, las tropas del Cornel sorprenden a las aguadoras et a sus guardianes e comiénzase el ataque huyendo las aguadoras hacia el castillo e arrojando los niños sobre los asaltantes una lluvia de piedras líquidas (pues estallaban en ducha de agua sobre los escudos e los yelmos) que sin duda muyto los refrescaron más que causarles daño.

Mas ¡ay! el camino hasta la entrada es largo e aún hubo que esperar unos buenos veinte minutos antes de que, por fin, fustibaleros e honderos enemigos se aproximasen a las murallas e lanzasen sus piedras sobre los guardianes dellas, con tanto tino e fuerça que una piedra gris impactó sobre el braço de un espectador e incluso sobre la lindísima doncella donna Lydia, la hija de don Sancho de Haro, que rescibió una de las piedras en su boquita, dexándosela como a la daifa Belén Esteban inmediatamente después de su operación de morros, la pobrecica.

Una traición permite a los asaltantes penetrar en la primera liza de la fortaleza sin lucha, rescibiendo de inmediato desde la muralla hacia el interior las flechas de los arqueros sobre los escudos e aún sobre los mesmos cuerpos, de modo que ya el escribano desde su atalaya informa a los presentes de que la segunda puerta va a ser reventada a golpes de ariete, lo qual es rescibido por el público con grandes gritas e aplausos, ya que muyto era el tiempo esperado para tal acción… e para cualquier otra. Golpea el ariete sin piedad sobre el portón de la segunda liza e los mesnaderos defensores se aprestan a sujetalla, mas los estruendosos golpes de las hachas obligan a los defensores a abandonar la puerta e salta ésta en mil pedaços, faziendo su entrada en el castillo los atacantes con don Ximén Cornel tras ellos, no sin antes retirar cuidadosamente los restos de madera, clavos e ferralla caídos por el suelo, que tampoco es cuestión de taladrarse un pie por la tontuna de asaltar una fortaleza a golpe de espada, vive Dios.

A esas alturas el escribano andaba ya dando saltitos como gorrión a punto de mearse en el cubo que antes dige, pero los escrúpulos le fizieron esperar al desarrollo de los acontescimientos. E fueron estos la formación del consabido muro de escudos et el choque espantable de las mesnadas defensora e atacante por dos o tres vezes, hasta el momento en que don Ruy se rodea de sus incondicionales e aguanta el chaparrón de golpes mientras uno de los mesnaderos asaltantes se dirige con malas intenciones, hacha en mano, hacia la puerta de la falsa torre. Et en ese momento dexa el escribano caer sobre él desde la buhedera superior el resto del agua hirviendo (es un suponer, que el agua estaba del tiempo) e así entenderán mis lectores que hubiera sido gollería el haber meado en el cubo, pues mucho me temo que el agua que sobre el pobre asaltante cayó hubiera estado algo más caliente pero asaz más desagradable, e tampoco era cuestión de pringar al pobre hombre, quien se retorció por el suelo como si hobiese caído sobre él un pozal de brea ardiente.

Justo en ese instante pide el Urrea parlamento a don Ximén deste modo:

CORNEL: Barón! Esta matanza va en deservicio de nuestras casas y en mengua de nuestra fortuna. Debe cesar ya.

URREA: ¿Y qué ofrecéis entonces?

CORNEL: Un duelo entre mi alférez, Galcerán, y cualquiera de los vuestros que vos elijáis….

URREA: De acuerdo, Cornel! Mi sargento de armas, Blasco Garcés, será quien defienda mi mejor derecho. Quien venza tendrá castillo y villa para su señor.

CORNEL: Así ha de ser, Urrea, don Galcerán me entregará Peracense. Y aquí mismo ante todos juro que, si tal hace, tendrá un quinto de su valor en mis caballerías de honor mientras permanezca a mi servicio.

Prepáranse los contendientes e justan con bravura entrellos a espada et escudo, pero en un determinado momento, a una orden de don Ximén, que tiene la razón de su parte e piensa que traicionar a un traidor que se niega a reconocer sus derechos ha cien años de perdón, el caballero don Fortún de Ayala -parcial de la Casa de Cornel- toma al de Urrea por la espalda e apoya sobre su cuello una daga asesina, de modo que don Blasco Garcés baja su arma ante Galcerán et el señor don Ruy Ximén de Urrea es hecho prisionero por su adversario:

TODOS: Peracense por don Ximeno!!

CORNEL: Gracias sean dadas al cielo, la Justicia me devuelve lo que es mío! Lleváos a don Ruy de aquí!

(Don Ruy Ximén de Urrea es cargado de grilletes y conducido al interior de la torre del homenaje)

Muy vistosa e larga fue la batalla, tras la qual juntámonos todos a hacernos desas fotografías que tanto frecuentaron el evento, comentamos el lanze e lamentamos una baja en la persona del señor don Assalit de Gúdal, al que un mal golpe de ferruza arrancó parte del dedo índice de la mano derecha dexándoselo muy mal ferido, mas de ahí a poco le fue tratada la gollería por una buena dama que por allí estaba e non tuvo que lamentar el buen sargento otra cosa que un dolor molesto e la semejanza del dedo ferido al del estafermo E.T., de modo que sólo le faltaba a don Assalit decir “Mi caaasa, teleeefono” con cara de pánfilo para parescer más extraterrestre con gambesón e capiello de fer que sargento de armas de Peracense, e non digo más. Ello unido al pobre labio de Belén Est… perdón, de la fija de don Sancho de Haro fueron las únicas bajas constatables, lo qual no es mala consecuencia para tan sangriento lanze.

Desnudados los guerreros de sus armas, llegóse poco a poco la hora de la cena -que fue de costillas de cerdo assadas con patatas, muy sabrosas, repitiendo el escribano plato en al menos una occasión- e tras ella brindóse entre los fideles e sus amigos a la salud de la nueva condición docente del dicto escribano e llegóse la hora de las chanzas, que protagonizaron como suelen los dos miembros del grupo de juglares “Les Morenitos” et que fueron grandemente reídas e aplaudidas por el respetable, mas de lo qual non quiero extenderme agora porque ya el cálamo se me cae de las manos e con las risotadas, las sesudas conversaciones, los chascarrillos et la llegada del sueño (a unos más tarde que a otros, vive Dios, que hubo mesnaderos que vieron salir el sol antes de acostarse) llegóse el momento de retirarnos a nuestros camastros, lo qual fize a eso de una hora antes de laudes a la espera de una nueva mañana, última jornada de las que passamos en Peracense.

Crónica de Peracense 2010 (3)

TERCERA JORNADA

Visitas esperadas e inesperadas

Apenas una hora antes de tercia, con el sol ofendiendo ya las paredes de tela del pabellón do intentaba reposar mi gastado cuerpo, amanesció para el escribano el día de los santos Justo e Pastor, 6 de agosto, e tras vestir el tosco sayal benedictino e fazer mis abluciones matutinas acompanyé a los mesnaderos donna Roçio Bruna, don Atho de Foces e don Assalit de Gúdal a la fonda del villorrio de Peracense, do tomamos un buen desayuno con el que calmar las hambres e retomar las fuerças que el sueño pugnaba aún por fazer suyas. E de allí a poco, antes de que pasase una hora de tercia, hallábanos de nuevo en la campa de Peracense por aprovexar un día que lucía espléndido e prometía numerosas visitas e trabaxos.

Repuesto de nuevo el pendón blanquiazul de los Urrea en lo alto de la falsatorre del Homenaje, ondeando al viento sus colores para delicia del tenente don Ruy Ximén, subióse el escribano a desempeñar su labor de capellán mientras escuxábanse con deleite los muchos sonidos que a una fortaleza de frontera corresponden: ora el tintineo del martillo sobre el yunque en la fragua, ora el rasgar de una sierra sobre la madera por construir el portón de cierre al segundo recinto, ora los gritos de la guardia indicando que todo estaba tranquilo, ora el tañir de una campana llamando al rezo de sexta, ora todo ello junto conformando una deleitosa mosica de actividades como non habíase visto en el Castillo Rojo desde que fuera abandonado a su suerte, siglos ha, por la Historia ingrata destos reynos …

Pues habéis de saber, mis señores, que todo era adereçado a plazer e que los muchos visitantes que por Peracense pasaron en aquella mañana quedaron sorprendidos e maravillados de la labor realizada por tantos e tan excelentes mesnaderos en el Castiello Rojo, de tal modo que quando los titiriteros de Antena Aragón llegáronse a la fortaleza por comprobar tales trabaxos, acompañados por don Artal de Alagón como anfitrión e guía, quedáronse boquiabiertos con las sus explicationes, con la excelente estampa de los herreros domando el fuego en la forja, la sobrecogedora autoridad del excelso sargento de armas don Assalit de Gúdal en el cuerpo de guardia amonestando a los centinelas que non cumplían derechamente sus órdenes (que el bueno de don Rodrigo de Liçana comióse unas diatribas monumentales e acongojantes por su lenidad e despreocupación en aquesta tarea, asustándose con ello a menudo tanto los infantes de visita como los propios mesnaderos que le escuxaban), el buen fazer gastronómico de los Señores del Norte en las cozinas o el fervor del capellán castrense y su acólito fray Galcerán de la Orden Hospitalaria de San Juan en la vistossísima capilla de Nuestra Señora de Peracense.

Muchas fueron las vezes queste escribano de razión e monje benedictino explicó, con el deleite docente que le caracteriza, a quien quiso oíllo qué cossa era un iconostasio (la cancela tras la cual el capellán presidía e oficiaba el secreto milagro de la Transubstanciación ocultamente a los feligreses, tal qual sigue faziéndose en las iglesias ortodoxas del oriente europeo desde el Cisma del anno 1050) o cómo era fecha la bellísima lámpara pinjante que iluminaba la estancia de la capilla, aprovexando también para orar el Ave María en buen latín eclesiástico ante la imagen de Nuestra Señora para deleite de los visitantes. Mas non es momento de soberbias, que el campamento et el castiello todo ofrecían tal imagen de belleza e mostrábase tan diestramente adereçado que don Artal de Alagón -digníssimo mantenedor de las Jornadas en su papel de adalid representante de la hueste Fidelis Regi- flotaba mui contento a un palmo del suelo sobre sus pies en mudo agradescimiento a todos quantos habíamos obrado tal milagro con el esfuerço común… Veíanse allá a los guardias compliendo su cometido, un poco más arriba los pabellones del campamento de ACHA señoreando la segunda liza, acá abajo los de Aliger Ferrum guardando la puerta de entrada como bravos e todo parescía estar esperando la llegada de ilustres visitantes, así hobiera sido el mismísimo rey don Pedro con sus caballeros e séquito desde las tierras occitanas.

Llegóse así en estas tareas la hora del yantar e tuvo el escribano la tarea de bendecir los alimentos con la sólita fórmula “Benedic, Domine, nos et haec tua dona quae de tua largitate sumus sumpturi, per Christum Dominum nostrum, amen”, tras lo qual comimos con deleite una ensalada e pollo assado en platos e vajilla de madera con cubiertos de lo mesmo, guardando fuera de la vista los recipientes modernos con premura por no romper la magia de la Historia que estábamos recreando, e tras ello averronchámonos todos bien a la sombra de las murallas, bien fumando sisha en el interior de la taberna del castillo, servida por un amable posadero aunque algo carillo de euros jaqueses, a Fe mía, mientras Germancico de Leyva sonreía a todo el mundo antes de dormir la siesta pues el calor apretaba ya más de lo que hubiésemos deseado.

E una vez fechas las ofrendas a Morfeo, volvióse de nuevo a retomar la vida cotidiana en Peracense en tal modo que retornaron los centinelas a las almenas, los herreros a la fragua, el capellán a su capilla e los cocineros a su horno hasta que bien llegado el crepúsculo, preparámonos todos para la entrada del noble caballero don Ximén Cornel en el Castillo Rojo.

Tras ella todos en buena armonía dispussímonos a dar buena quenta de la cena, que fue de lasaña e embutidos a la brassa, todo ello bien bendecido por el pater capellán, como al mediodía, et que fue degustado con grande deleite por los mesnaderos. Tras lo qual fuimonos de nuevos dispersando por la campa, retrayéndonos a la taberna del castiello et algunos ya a los sus pabellones, rendidos por el cansancio, a la espera de un nuevo día preñado de acontescimientos.

E así los dexaremos por el momento, como yo mesmo a vuesas senyorías…

Crónica de Peracense 2010 (2)

SEGUNDA JORNADA

Amannesció, pues, tras fría nocte el día de Nuestra Señora de las Nieves (que no es mala advocación para la baja temperatura) e començó dese modo la primera de las jornadas que los mesnaderos íbamos a pasar entre las piedras rojas de Peracense, lo qual fizimos, para non perder la costumbre, baxando al pueblo por tomar un buen desayuno con el que cargar las fuerças que bien iban a fazernos falta en lo que quedaba del día.

Repuestos los cuerpos e cargados de energía los ánimos, dispusímonos a terminar el traslado de nuestros enseres al primer patio de armas de la fortaleza desde do estaban nuestros caballos e carromatos mientras otros fideles se ocupaban del alçado de pabellones e la componenda de sus camas para la pernocta e íbamos ya saludando a las mesnadas convocadas al evento e que, llegados entre los días jueves, viernes e sábado fueron los siempre afables e amistosos arqueros catalanes de Arcoflis (faltando entrellos el excelente don Ioan de Ancheta, que muy a su pesar se perdió el acontescimiento por causas maiores), la gallarda mesnada de A.C.H.A., los Caballeros del Norte Iparreco Iaunac, la Milicia Concejil de Medina del Campo, la hueste Aliger Ferrum, la Milicia Concejil de la Rioiia de don Sancho de Haro, la hueste Anima Ensis, la pequeña mesnada de los Siervos de don Germán de Leyva (que estaba el bueno de don Germancico, con apenas un añico de vida, literalmente para comérselo con sus sonrisas y sus carantoñas e fue la alegría del campamento en todos los días queste duró), la hueste Ferruza (con donna Verónica acompanyada por el fiel Zeus, un cachorrillo de boxer juguetón de apenas cinco semanas que también fizo las delicias de los presentes), los freyres Calatravos de la encomienda de Alqannis, maese Axil (junto a los sennores Harald e acompañantes, poderosos herreros que domaron los fierros con la maestría de Hefaistos), fray Galcerán de la Orden del Acero Negro, la mesnada portuguesa Guildas Aureas, llegados desde las lexanas tierras de Lusitania, los sennores freyres cistercienses de la Villa Turoli…

... et la gloriosa mesnada Fidelis Regi, compuesta en aquesta ocasión por don Ximeno Cornel, su fijo don Castán de Biel, don Atho de Foçes e su esposa donna Roçío Bruna, don Pedro de Ahones, don Artal de Alagón, don Rodrigo de Liçana y sus fijos don Santyago e don Xavier, don Lope Ferrench de Luna, don Ruy Ximén de Urrea, su esposa donna Ana de Luesia e su fiel can Ibn, don Sancho de Antillón et donna Luisa Magistra, don Gombaldo de Tramacet, don Xavier Polo, don Assalit de Gúdal, don Pedro Maça et el escribano, secretario de cartas latinas et monge hospitalario de la Hueste Fidelis Regi dom Enrique de Çaragoça, que aqueste recuento de mesnaderos viene de fazer et al que muytos trrabaxos esperarían en la capilla de Peracense en las jornadas que tantos e tan gallardos mesnaderos contemplaron los muros del Castillo Rojo.

Todos aquestos que digo fuéronse llegando a Peracense en días sucessivos hasta el número de casi un centenar, e gracias a todos ellos la fortaleza fue retomando su vida e sus estancias tal como estuvieron en tiempos de nuestro señor el rey Don Pedro, que daba gozo ver cómo el esfuerzo común transformaba a lo largo de todo el día las frías e solitarias estancias del castillo en una fragua (obra de don Axil de Legio, don Harald de Gadir et sus acompañantes, que traxeron para la occasión un impresionante fuelle et un yunque de varias arrobas desde sus tierras andalusíes), un cuerpo de guardia con sus escudos, lanzas et escribanía, una cocina con todos sus enseres e complementos (tarea de la que se encargaron con grande dedicatio e detalle los excelentes Señores de Norte) e una capilla con primorosa talla de la Virgen del Castillo Nuestra Sennora, un iconostasio de riquísimas telas, una mesa de altar vestida con rico paño brocado e con estolas con la crux gamada de la Paz e una lámpara de latón plateado tan primorosamente labrada que parescía recién robada de las páxinas de las Cantigas de Santa María del buen rey don Alfonso X de Castiella, todo lo cual fizo a don Pero Maça e a don Xavier Polo alcançar elevados altares de goço en viendo todo tan donosamente dispuesto, pues por non faltar nin siquiera se dexaron el incienso con el que ambientar odoríferamente el lugar en el que varias visitantes entradas en años se persignaban como si la tal capilla hoviera sido consagrada por el mismísimo obispo de Albarracín.

Añádase a todo ello la planta de casi medio centenar de pabellones e tiendas normandas, toldos, mensas, bancos, utensilios varios, armas e armeros en las diferentes lizas del Castillo Rojo para considerar cuán maravilloso e lucidíssimo resplandecía Peracense quando fue llegada la hora del yantar, a eso de nona, refectio que fizimos en la fonda del pueblo de Peracense algunos mesnaderos servidos por daifas que nos traxeron ensaladas, pasta, pimientos rellenos, carnes e pescados de deleitoso paladar, alargando un tantico la sobremensa antes de retomar el camino de la fortaleza por continuar los nuestros trabaxos…

Mas, ¡ay! al retornar de nuevo al Castillo Rojo descubrió el señor de Urrea que los arqueros del Diablo habían trocado el pendón blanquiazul de su Casa, que habíase plantado con grandes esfuerços en la falsa torre del homenaje, por una tosca tela anaranjada que recordaba mucho los colores de la Casa de Cornel e que resultó ser un tosco suelo de pabellón por fazer broma al señor de Peracense, cosa que fizo a aqueste amostazarse un tantico por tal ignominia…

A pesar dello era aquesta primera jornada momento aún de bienvenidas, saludos e parabienes en modo tal que aún habríansse de llegar las horas nocturnales sin estar todo el campamento completo ni las salas del castillo plenamente adereçadas, de manera que cayendo sobre los mesnaderos allí presentes el oscuro manto de una noche bien fresca a maravilla, retirámonos todos a descansar. Nihil obstat para que el buen escribano sofriese en sus carnes la desgracia del infortunio, pues apenas una hora después de que las roncas de mis companneros de mesnada informaran de su caída en los braços de Morfeo, escuxó el monge en su pabellón un pequeño crujido como de güeso fracturado en los listones de su catre, de modo que, levantándose por ver qué cossa podía ser tal inquietante ruïdo, dió el escribano con su orondo trasero en el suelo al quebrarse definitivamente con horrísono estruendo el larguero izquierdo de su camastro, lo qual fízome darme a los mil diablos del Averno, arrastrar mi colchón al suelo e dormir el resto de la nocte como soldado de mesnada en alerta, que estaba el Assí, pues, roncando los unos e maldiciendo el otro, dexaremos a los habitantes de la fortaleza de Peracense hasta la mañana del siguiente día, que iba a ver la resurrección del Castillo Rojo tras setecientos años de sueño abandonado por la Historia.

Crónica de Peracense 2010

CRÓNICA DE LAS GLORIOSAS JORNADAS QUE LAS HUESTES DE LA IBERIA TODA PASSARON EN LA FORTALEZA DE PERACENSE, DE CÓMO EL DITO CASTIELLO VOLVIÓSSE A LA VIDA POR EL TESÓN ET EL TRABAXO DE LOS MESNADEROS ET DE CÓMO MANIFESTÓSE SU BUEN FAZER.

Ansí como muytos otros acontescimientos que en ella se verán, contados como quiere la costumbre por el maese escribano dom Enrique de Çaragoça, monge capellán del castiello, que a ellas asistió con grande deleite.

In nomine Patri, et Filii, et Spiritu Sancti. Amen

INTROITO

6 DE AGOSTO, A.D. 1210

Oscuridad. Hambre. Desolación. Guerra

Desde que el passado anno visitase el castillo el noble don Ximén Cornel con sus gentes e le fuese negada el agua por el Senescal de Urrea, un espantoso maleficio recayo sobre las tierras todas de la Corona. Tormentas, ventiscas, granizo e viento barrieron las cosechas, los animales murieron de extrannas enfermedades et el Hambre aposentó su mano firmemente sobre una tierra inmisericorde que non perdona a sus hijos. Nobles caballeros de intachable linaje viéronse obligados a tomar incluso el arco o la ballesta para procurarse comida en los bosques de sus feudos, pues los campos se la negaban e sus siervos non podían satisfacerlos...

Desde el mes de marzo a aqueste terrible jinete del Apocalipsis le acompanyó también el espectro de la Guerra. El rey don Pedro abandonó sus asuntos occitanos, dexándolos en manos de sus barones del ultramonte, para ofender a los moros en la frontera de Balansiya, e anque tomó para su Corona las fuertes plazas de Ademuz, Castelfabib e Sertella con la ayuda de los Ricoshombres don García Romeu, don Artal de Alagón, don Atho de Foces, don Sancho de Antillón, et el mismísimo Ximeno Cornel, a quien el rey ha devuelto el favor que le arrebatase dos años ha, los beneficios para la frontera de Teruel han sido magros e las tinieblas non han dexado de cernirse sobre los muros de Peracense, como lo fizieron en todo el reino de Este a Oeste.

Pero de las cenizas del desánimo resurge de nuevo el brillo de las armas y el Castillo Rojo volverá a cobrar vida una vez más. Los triunfos de Su Majestad en la guerra contra el moro traerán sin duda tiempos mejores, los Cielos nos han devuelto la Libertad e la riqueza volverá a asomar a las puertas desta fortaleza. Porque los hombres que la guardan jamás se han rendido a la desesperación e nunca lo harán, pues el brillo salvaje de una espada o el ondear de un estandarte son más fuertes que el estampido de un trueno o el repicar de las gotas de la lluvia sobre el barro. Don Ximeno goza, pues, del favor de Su Majestad… ¿Cómo responderá el señor de Urrea?


PRIMERA JORNADA

Llegada de la Mesnada Fidelis al Castillo Rojo

Nuevamente moja el escribano sus cálamos en la negra tinta para rasgar los pergaminos en otra crónica, tan sólo dos semanas después de lo de Anento. E debo comenzar diziendo a mis amados lectores que algo mustios andaban los ánimos respecto a aquesta empresa desde que faze ya un anno rompiéranse los cielos sobre los pabellones et armeros en Peracense, ahogando a los presentes en el Castillo Rojo bajo las aguas de una tormenta apocalíptica como nunca antes vieron los más viejos del lugar. Mas aqueste anyo prometían las nubes tregua a las huestes aragonesas e los mesnaderos aprestáronse con grande ilusión a devolver a la vida las salas de Peracense, de modo que para el día de San Aristarco, 4 de agosto deste año de 1210, juntámonos los Fideles don Ximén Cornel, don Castán de Biel, don Pero Maça, don Assalit de Gúdal, don Sancho de Antillón, donna Luisa Magistra, don Ximén de Urrea, don Pedro de Ahones, don Atho de Foçes et donna Roçío Bruna en la cilla de nuestras posesiones caesaraugustanas por cargar el carromato alquilado al efecto con pabellones, palos, lanças, mesas, armeros, sillas, escudos, espadas e cuantos enseres eran necessarios para nuestra larga estancia de quatro jornadas en el castro turolense, mas mal començóse la aventura pues la bestia alquilada para tal menester andaba falta de forraje e fueron precisas varias horas antes de poder disponer della, la mala puta, e tras muchos trabaxos llegamos al Castillo Rojo poco antes de la hora de completas, de modo que casi era nocte bien cerrada cuando acabamos de subir las malditas cuestas de la fortaleza los enseres que buenamente pudimos e plantar tres pabellones a tientas, como quien dize, con la ayuda de don Artal de Alagón, que allá nos esperaba.

Cenamos lo que pudimos en la taberna de Peracense, vestí ya desde aqueste momento mis monacales hábitos e de ahí a poco, entre cansancio, bromas, fumetas de nuestra sempiterna sisha de tabaco musulmán e risas, acomodamos nuestra pernocta unos en sus pabellones e otros en la misma taberna, pues la nocte estaba freda e non teníamos los güesos para alegrías, a la espera de una mañana que iba a saludarnos con nuevas fatigas e trabaxos para dexar la fortaleza de Peracense como si su Majestad don Pedro de Aragón se sentase aún en su trono et el pendón real señorease las almenas de sus posesiones en toda la Corona…

viernes, 3 de septiembre de 2010

Batalla de Malemort 2010

Fidelis estuvo allí:

Asalto al castillo. Peracense 2010