martes, 15 de septiembre de 2009

CRÓNICA DE MOYUELA 2009

CRÓNICA FILOSÓFICO-FESTIVA DE LAS JORNADAS QUE LOS CABALLEROS FIDELES REGI PASSARON EN LA NOBILÍSSIMA VILLA DE MOYUELA EN COMPAÑA DE SUS HERMANOS DE ARMAS, DE LOS FECHOS QUE EN ELLA SE VIVIERON ET DE COMO LOS AVANCES EN LA CIENCIA DE LOS SABIOS NON SIEMPRE PUEDEN SUSTITUIR A LOS DONES QUE LA NATURALEZA REGALA AL HOMBRE CON LIBERALIDAD QUANDO TIENE A BIEN HACELLO...

Contada, como quiere la inveterada costumbre de la Ricahombría de Aragón, por don Enrique de Çaragoça, cronista maior e amanuense de la mesnada Fidelis Regi.

PRIMERA JORNADA

Resiéntense, ¡ay!, los viejos e gastados güesos del escribano después de un estío tan cargado de eventos como de recios calores (que gracias al Altísimo vienen ya tocando a retirada) cuando se dispone por enésima vez a rascar los pergaminos, cortar los cálamos e sumergirlos en las frascas de tinta en espera de que una nueva crónica vea la luz para los sus lectores, que como es de suponer esperan con avidez, ellos sabrán el porqué, disfrutar della como de otras multas lo han fecho, que sigue la cabezota del amanuense preguntándose cómo un simple escrito tanta expectación puede despertar, pues habéis de saber que aquestas crónicas surgen de las vivencias compartidas, e siendo assí non cabe sorpresa alguna dellas, pues que todos sabemos qué cosas ocurrieron en los eventos que narran.

Comencemos, pues, a desgranar los acontecimientos diziendo que era de nuevo convocada la mesnada Fidelis Regi en aquesta ocasión en la muy noble villa de Moyuela por festejar su toma a los almorávides por las tropas del rey de Aragón en los idus de septiembre deste año de 1119, de modo que en ella habíase dispuesto gran Feria e Mercado de diferentes artesanías, siendo necesaria la Guardia Real para vigilar que todo fuera derechamente desarrollado e bien disfrutado a plazer por moyuelanos e visitantes, assí que a la hora de tercia había vuestro escribano sentado cita con maese Gominolo en sus feudos de Çaragoça por acudir juntos a la villa de Moyuela, mas pegáronse las sábanas de su camastro al cuerpo (non teniendo poca carne que abrazar, a Fe mía) e acudió el cronista a la cita con unos minutos de retraso, de manera que mal empezóse la jornada, pues la prisa nunca ha sido buena consejera cuando de adereçar campamentos se trata.

Partimos raudos por el camino real hacia Castellón e detuvímonos tras una buena media hora de camino en un fondaco de la villa de Belchite, hallando en ella la caravana dirigida por maese Javier et el conde de Villalba, que hallá nos esperaban por tomar un refrigerio antes de llegar a nuestro destino, et tal fue el primero de nuestros errores, pues antes mandaron en nuestra voluntad nuestras vacías tripas que la responsabilidad de la tarea que nos aguardaba, de modo que alargóse el ágape más de lo que debiera et salimos del caravansar media hora después de lo previsto, llegando a Moyuela casi una hora después de lo previamente determinado y hallando a don Gombaldo -responsable del evento, junto a su esposa donna Elena de Tramacet- en trance de perder sus dedos después de haberse comido las uñas hasta las falanges dellos viendo que los minutos passaban et la caravana non parescía, de lo cual me culpo en lo que a mí corresponde, pudiendo decir únicamente en mi descargo que, además de sufrir la dictadura de mi inabarcable estómago en Belchite, por dos occasiones perdimos el recto camino hacia la villa, pues eran dos años passados desde la última vez que en ella estuviera como sin duda mis lectores recordarán.

Mas es menester ver el lado positivo de los acontecimientos, assí que digamos, pues, que todo es bueno si bien acaba et apenas una hora después de descargados los enseres precisos para la monta del campamento ya estaba éste muy lindamente dispuesto, los pabellones alçados et la campa adereçada como corresponde a una mesnada como la que allá en Moyuela se juntó en recia e notable compañía, pues allá se hallaron los caballeros e damas Fideles Regi don Rodrigo de Liçana, don Ruy Ximén de Urrea et su esposa donna Ana de Luesia (acompañados por el fiel Draco), don Atho de Foçes et su dama donna Roçío Bruna, la siempre agradable presencia de don Lope Ferrench de Luna, et los companneros de ARCOFLIS don Jaume de Montull e su esposa donna Elisa de Montserrat, el caballero Iparreco Iaonac don Fortún de Ayala et la visita de don Lázaro de Leyva e su esposa donna Lourdes, que nos dieron ocassión de conocer al recién nascido infantico don Germán de Leyva, que es un muy guapo niñico de apenas tres semanas mas muy despabilado et morenico et muy formal, llamado a ser la alegría de la casa de Leyva, et que despertó entre los presentes muchos halagos, et grande ternura et muy sinceras palabras de felicitación para los orgullosos padres de la hermosa criatura et non digo más desto que se me cae la baba en recordándolo.

Mientras se montaba el campamento llegó para el amanuense una inesperada sorpresa, pues don Ruy de Urrea et don Jaume de Montull habían pensado con la nobleza de sus coraçones en las dificultades del orondo escribano a la hora de encontrar cobijo durante la noche en los diferentes eventos a los que desde hace casi ya dos años e medio viene compartiendo vivencias con sus hermanos de armas (¡recuerden vuesas señorías, vive Dios, la recientísima Casa de los Horrores de Alagón para comprender aquesto que digo!), de modo que en sus ratos de ocio habían ambos caballeros dispuesto un muy notable camastro de recia madera con listones de lo mismo claveteados a los travesaños della, et montámosla, et regaláronmela con grandísima generosidad que me fizo callar de pura sorpresa, de modo que aprovexo aquesta crónica para dalles mil gracias más que las que en Moyuela les dí, ya que fue presente muy de mi gusto et muy bien agradescido, pues probé el catre tumbándome en él sobre un colchón traído desde los pabellones de las escuelas moyuelanas et lo hallé muy fornido et muy bien dispuesto para descansar en él, resistiendo mis arrobas sin problema alguno et dándome ya en adelante la posibilidad de dormir con mis companneros en el campamento sin necesidad de buscar fondas, discutir con los fonderos et despertar en soledad por las mañanas antes de reunirme con mi hermanos de armas.

Montadas, pues, las tiendas et dispuesto el campamento en lugar que me fizo despertar viejos fantasmas, pues era aqueste una rambla seca pero amenazante si la lluvia hacía su aparición (que todavía estaba lo de Peracense muy fresco en la memoria como para temer catástrofes), llegóse la hora de la comida e partimos en busca de una fonda, que encontramos cerca de la campa e donde comimos los mesnaderos unas sabrosas tapicas de croqueta, mejillón, salchichas, panceta e otras morrudencias e bebimos cerveza, refrescos et leche, especialmente el tierno infantico Germán de Leyva, cuya madre donna Lourdes dió de mamar en tan bellíisima estampa como es la de una madre dando el pecho a su hijo, que era gozo de ver al pequeño alimentándose de la leche de donna Lourdes, que jamás entenderé a las bruxas e comadres que ven en ese milagro de la Vida cosa reprochable e vergonzosa. ¡Qué sabrá un vientre seco de anciana alcagüeta e amargada sobre la más dulce estampa de la Maternidad!...

Acabada la pitanza, que disfrutamos todos con la compañía del grupo de juglares llamados GORDOBORDÓN, los quales nos iban a acompañar durante las jornadas de Moyuela en numerosas ocasiones, dirigímonos a la campa por prepararnos para el desfile de inauguración del Gran Mercado Medieval de Moyuela, abriendo el mismo los "novísimos" sones de los Heráldicos de Caspe (e aragonés soy et de la ironía gusto, como saben vuesas señorías) que por alí se hallaban, et seguidos de los más agradables -aunque sólo sea por lo novedosos- cantos de los dulzaineros, gaiteros e tamborileros de Gordobordón, que cerraban la marcha, discurriendo por entre los puestos del mercado moyuelano e disfrutando de los agradables aromas que dél se desprendían (especialmente de un puesto de quesos de cabra que olía como tienda de campamento con cien soldados descalzos dentro della después de una semana de marcha) hasta llegar a la plaça de la Fuente, do nos esperaban las fuerzas vivas de la villa con su burgomaestre al frente, todos los quales dieron la bienvenida a los presentes, leyeron sus discursos e pregones (con mayor o menor fortuna e acústica) e dieron gracias a los presentes por su presencia, tras lo cual los soldados de la Hueste Real representamos un Juicio de Dios.

Quedando emplazado el final del dicho Juicio de Dios para el día siguiente et muy bien aplaudida la farsa por los espectadores, retornamos los Fideles et sus amigos a la campa do nos desvestimos de nuestras panoplias trocándolas por otras ropas más cómodas et llevar a cabo la esgrima para niños de Fidelis Regi et el tiro con arco de Arcoflis, quedando el escribano encargado de redactar los diplomas para unos e otros, como suele, lo cual fizo con la donosura et el plazer que siempre que trata con infantes tiene costumbre. Por su parte, el señor del Norte don Fortún de Ayala se afanaba en cocinar unos exquisitos lamines moros (como el "pan del príincipe" et otro cuyo nombre non recuerdo agora pero cuyo aspecto de albóndiga escondía lo sabroso de su paladar) que deleitaron a cuantos tuvieron la suerte de degustallos.

Casi dos horas duraron aquestas actividades, tras las cuales reunímonos todos en torno a la mesa del campamento et empezamos a temer por una reiteración de lo ocurrido en Peracense, pues el cielo traíanos el horrendo recuerdo de las jornadas del Castillo Rojo amenazando tormenta desde el momento del desfile et recuérdovos que nos hallábamos acampados enmedio de una rambla fluvial, lo qual era harto peligroso si los Cielos se terminaban desplomando sobre nuestras cabezas como ciertos habitantes de la Francia a menudo suelen temer.

Chispeaba en el momento en que todos nos dirigimos a los pabellones do el concejo de Moyuela tenía dispuesta la cena, que nunca podrán imaginar vuesas señorías en qué consistía (¡Mala muerte les de Dios a las ensaladas e los ranchos deste mundo!), en la que nos juntamos casi un millar de comensales -o al menos tal parescía- al resguardo de la lluvia y en vociferante reunión que apenas dexaba escuchar el discurso de los munícipes moyuelanos, pues el artefacto que usaban para hacerse bien entender (llamado "micrófono" et que yo mismo sufriría en mis carnes e mi garganta de allí a poco) convertía las voces en estertores ininteligibles. Cenamos, pues, lo que para cenar habíannos dispuesto e, tras ello, començó la sobremesa con sorteos, cánticos e bailes para los infantes e adultos presentes, destacando sobre todo el hermosísimo et sensualísimo contoneo de una donna llamada Almudena, muy guapa muchacha, que danzó un baile del vientre morisco que casi me fizo salir los ojos de las órbitas siguiendo el ritmo de sus hipnotizantes caderas et exclamando "¡¡¡¡AAAAy, omá, qué rica!".

Et tras ello le tocó el turno de nuevo al vuestro cronista, que más parecía bufón o juglar en estas jornadas que serio escribano de ración, pues tantas fueron las ocasiones que de lucirse tuvo en los festejos de Moyuela. Debía dom Enrique de Çaragoça deleitar al respetable público con una historia , mas que era tanta la algarabía e fazía tan mal su labor el cachivache llamado "micrófono" que si me lo hubiera metido en cierto orificio que todo ser vivo en su cuerpo tiene non abríase oído peor el recio vozarrón del escribano, por lo que decidióse contar el resto de la historia (y aún el principio, pues de nada nadie se había enterado) en otro lugar más tarde, como se verá.

Regresamos a la campa mientras aún chispeaba, mas llevando puesto el cronista su tabardo rojo et pensando en los tintes que la lluvia dispersó por todo Peracense cuando lo de la tormenta de infausto recuerdo, decidió meterse maese Enrique en la tienda do su cama estaba preparada et allí, al resguardo de la fina lluvia que repiqueteaba suavemente en las lonas del pabellón et escuchando las voces de los sus amigos en el exterior, que se afanaban en encender las antorchas que iban a acompañarnos al último acto desa jornada, encendió el escribano su sisha et dexó volar su mente mientras a él acudían imágenes, recuerdos e proyectos. Allá en la agradable soledad que a todos de vez en cuando nos plaze disfrutar, pensó dom Enrique en su azarosa vida de soldado e amanuense, en el día que conosció a los Ricoshombres de la Mesnada Real et la suerte que tuvo en encontrallos. Pensó en cómo un germen de familia guerrera habíase convertido en honrosa, grande et admirable mesnada de guerreros procedentes de todos los rincones de nuestra Península (como en Peracense de demostró) et unidos por una misma causa. Pensó con cierta tristeza en oportunidades perdidas, en jóvenes donas a las que hubiera gustado deslizar dulces palabras de amor en los oídos bajo un manto mágico de estrellas en la noche, llamándolas con el nombre dellas, haciéndolas suspirar de plazer, et en suaves caricias que nunca erizaron el vello de una angélica piel de mujer al disfrutallas por falta de atrevimiento o, simplemente, porque la vida reserva esos placeres a mortales más merecedores dellos. Pensó en rudas jornadas de lucha y de esfuerzo, de dicha y de tristeza viendo alçarse al techo del pabellón el humo del tabaco melado a la luz de una candela. Et non era su ánimo triste ni melancólico sino simplemente evocador, pues non habían sido pocos los momentos de dicha vividos también en sus muchos años de discurrir por la vida, de modo que en la balanza de la Felicidad y el Dolor que a todos se nos otorga en el momento de nacer, el platillo de la primera pesaba mil veces mas que estotro en lo que a mi discurrir por el mundo toca hasta el momento...

En todo esto filosofaba el escribano en la soledad de su pabellón, mas non es campamento de soldadesca lugar propicio de meditación por luengo tiempo, de modo que a poco se oyeron gritas de "Monfort, Monfort, que nos vamos, venga, coge la antorcha" que me devolvieron a la tierra et me fizieron salir de nuevo a la intemperie con una sonrisa, desprovisto de tabardos y vestido únicamente con mi saya rosa, sin siquiera un cinto que sujetase mi cintura, por ganas de sentir liberado mi espíritu de no sé muy bien qué tribulaciones... Subimos, así, en distendido desfile a una muy cercana ermita templaria que se halla próxima al peirón de entrada en la villa de Moyuela et allí, ante un público expectante y especialmente un grupo de niños sentados ante el escribano cuentacuentos y que bebía sus palabras como agua de Mayo, resumí la primera parte de mi initeligible historia de donna Leonor et Alonsillo et la acabé de tal modo que el qual cuento fue muy reciamente aplaudido por todos los congregados, que non eran pocos, tras lo qual las animosas caritas infantiles me demandaron nuevas historias... Y como antes se congelará el infierno que dejará de rendirse aqueste escribano parlanchín ante una carita infantil pidiéndole un cuento, desatóse definitivamente su lengua et deshilachó el orondo amanuense un par de historias más sobre el rey de Castilla don Pedro I "El Justiciero", siendo tan felicitado por todos et viendo tanta alegría en los rostros infantiles que, esta vez sí, tuvo el escribano la revelación de cuál era su misión en esta vida, si es que alguna duda le quedaba en ello. Lo cual, si se paran a pensar vuesas senyorías, non es poco para un acto en apariencia tan sencillo...Lo que ocurrió tras estos hechos non es cosa que merezca ser contada en este pergamino por lo menudo. Baste con dezir que regresamos a la campa, retomamos nuestras conversaciones, pusiéronse sobre la mesa cuestiones tan necesarias de plantear como tal vez molestas de discutir et, de un modo mucho menos festivo que en Alagón mas mucho más reflexivo, marchamos a nuestras yacijas los últimos mesnaderos cuando ya casi rayaba el sol al alba, tendiéndose el escribano sobre u flamante nueva cama et cubriéndose con una muy calentica manta prestada por donna Roçío Bruna. Lugar en que dexaremos al escribano hasta un nuevo amanescer...