lunes, 27 de diciembre de 2010

Crónica de la Marató 2010 (2)

CONTINUATIO
(Globomedia... o entera)

Llegamos, pues, tras tanta peripecia a la fonda de Villafranca e trobamos allá a nuestro buen Jaume de Montull, a donna Elisa de Montserrate, a don Ioan de Ancheta, a donna Sabina, a donna Triu (que la recordarán vuesas senyorías de aquellas chanzas en lo de Caspe, con el "estríu", el "tríu de reyes" et otras tontunas), a don Xabier Bernadí de nuestros anfitriones de Arcoflis et otrossí a los mesnaderos de ACHA que vinieron luego (el freyre templario -ni frío ni caliente- don Ximeno Marco de Celaya, maese Agón de Montanyana, donna Thoser, donna Milena Fernández de Ximeno, maese Corronchos Ignifocus et otros más cuyos nombres mi memoria siempre intermitente non guarda agora), los quales conjuntamente con maese Ienego de Camberos, la su esposa donna María de Laguna et su fijo don Marco Ienegez (el del cuerno, que recordarán vuesas senyorías cuando lo de Caspe et otras muytas murgas) de la Milicia Concejil de Rioiia, los arqueros de Arcomedievo de don José Íñigo de Azogaraz, las damas Ingrid et Aina et los caballeros de Gala Placidia (con los que trabé conocimiento como se verá) et la mesnada Fidelis Regi, compuesta por don Atho de Foçes, donna Rocío Bruna, don Pero de Ahones, mi señor don Ruy Ximénez de Urrea, don Ximeno Cornel, don Pero Maça, don Assalit de Gúdal et don Xavier Polo formamos una muy bien nutrida cuarentena de mesnaderos, todos los quales fuimos saludados e abraçados con grandíssima alegría et dicha, pues era muyto el tiempo que non nos habíamos visto y siempre es gratíssima la ocasión de encontrallos allá donde una cuerna llama a la batalla a las mesnadas de toda la Hispania, máxime cuando el motivo es tan noble e tan digno de esfuerço como el que en Vilafranca del Penedès nos aguardaba. Únicamente empañó el feliz reencuentro el no contar con la presencia de los excelentes senyores del Norte Iparreco Iaunac, cuyos trabaxos en sus tierras vascongadas les impidieron la presencia física, mas no la de sus espíritus, que bien de seguro se hallaban entre tan lucida e magnífica hueste. Una sola presencia non eché a faltar en absoluto, mas non quiero ser indiscreto ni prolijo en este punto et me darán vuesas senyorías licencia para guardar para mi coleto los malos recuerdos. Y si non me la dan, peor para ussías.

Fecho el recuento de las naves, continuemos relatando que muy de seguida desembarcamos nuestros enseres en las habitaciones dispuestas al efeto para los mesnaderos, y que eran unas con literas muy calenticas a maravilla, et ya en ese primer momento cambió el escribano sus ropas del siglo por los hábitos monjiles et non los trocó en todos los días de la su estancia en Vilafranca, de modo que mui bien puede dezirse que fue Maese Enrique de Çaragoça quien primero metióse en su papel hasta las trancas desde el albor del evento. Baxamos a los patios del albergue et ayudamos al alçado de los pabellones de la hueste Arcoflis, mas andaba, a todo esto, don Jaume Montull muy preocupado por la pérdida de una saca do el buen arquero tenía sus enseres particulares, que non parescía el bolso en parte alguna. Todo el mundo miraba por todas partes, mas la preocupación de nuestro anfitrión aumentaba de grado conforme passaban las horas hasta que, por fin, fue hallada la mochila en la parte trasera del albergue, sin duda dexada allí por broma o por despiste de algún mesnadero, ya que como era de esperar ninguno de los presentes hubiera sido tan villano de roballa...

Entre aquestas tribulaciones yo trabé conocimiento en el refectorio con los miembros de Gala Placidia, nueva mesnada que desconocía et que al estar compuesta por dos caballeros et dos damas et gustarle más a vuestro monje las faldas que a un tontico una piruleta, me fizo averronchar al calor de la dulce piel femenina en conversación galante, que eran las damas muy fermosas en verdad, tanto la llamada Ingrid (procedente de las frías tierras del norte de Europa, como sus dorados cabellos et garzos ojos proclamaban) como sobre todo la que dixo llamarse Aine, o Aina, o algo parescido, que era una delicada damisela morena de largas trenzas et muy agradables hechuras, de poco más de veinte y tres primaveras (¡Anda, que es tonto el escribano viejo verde!), con la cual charlé un buen ratejo hasta que mi señor natural, don Ruy de Urrea, llamóme a su vera rescatándome de las garras del Maligno lo qual mucho le agradescí, que paresce talmente que no escarmiento de pasadas penurias por causa de la femenina condición, et a mès a mès habíamos de ensayar unos sainetes que a la nocte íbamos a representar en nuestra conditio del dúo de juglares "Les Morenitos", como ya viene siendo costumbre en nuestras últimas acampadas.

A salvo, pues, de unas trenzas que hubiera atado a mi cuello sin dudarlo, subíme con el señor de Urrea a los altos del castillo et en la mesma mesa e sillones do el pasado anyo contemplé escenas surrealistas (et a la crónica correspondiente me remito), repassamos los dos nuestros papeles un par de vegadas para aluego baxar a cenar una muy sabrosa pitanza de ensalada de arroz et canelones como segunda vianda, de los quales la dama Ingrid non sabía si comer por seer vegetariana et non gustar de la carne. Mas descubriendo que los canelones eran de algo parescido al atún, comiólos la dama luego con deleite. Tomamos como postre unos lamines et maese Corronchos Ignifocus nos deleitó con unos flanes que habían sido cocinados de su mano et que desafiaban a la antimateria por su tremenda densidad, que era tal aquel manjar que non descendía al estómago sino en caída libre como peñasco ladera abajo del Monte Perdido, dexando las tripas resentidas del golpe. Et a ello se añadió un otro lamín llamado "Flancocho", elaborado con grande sabrosura mas que tuvo funestas consecuencias ulteriores como se verá...

Acabada la pitanza començó el espectáculo de Les Morenitos con la representación de la Balada de Les Pardines, un juguete cómico que narraba la solemne victoria de la Casa de Urrea sobre los arqueros en la campa homónima y en la cual el señor don Ruy Ximénez escarmentó para siempre a la chusma arqueril... O al menos así era narrado hasta que fizo acto de presencia don Jaume Montull, que persiguió a don Ruy et a mí mesmo con un arco, dando fustazos, hasta que don Ruy cantó al fin la verdad confesando que fue él quien acabó derrotado et convertido en erizo por las flechas de los arqueros, si bien a la postre en Peracense fueron ellos quienes se vieron obligados a defender el castillo rojo frente a las tropas atacantes de don Ximén Cornel, lo cual debió correrles en grado sumo. Tras este primer envite, passóse a otro en el qual contábamos con la presencia de una daifa cantante llamada Chenoa, la qual íbanos a deleitar con un carmen acerca del despecho de una mujer abandonada por un hombre... Mas como la tal Chenoa habíase perdido con su cabalgadura en la rotondas de Vilafranca non pudo presentarse en el albergue, de modo que salvamos la situación faziendo que don Ruy interpretase a la daifa, pues conoscía la mósica de la canción... mas siendo letra de mujer hacia hombre et seer don Ruy hombre cantando a muger, diose el hilarante caso de cantar don Ruy para donna Ioanna en lugar de Chenoa para don Ioan, de modo que la pobre dama a quien se dedicó la actuación tenía "pechos patilludos" e rudas maneras, arrancando las risas e aplausos del respetable, que lo pasó de lo lindo con ambas dos parodias.

Et assí poco a poco fueron los mesnaderos retirándose a sus aposentos, mas non el escribano et otros miembros de la mesnada de ACHA, que salimos al frío relente de la noche a charlas e fumar sisha et cigarrillos hasta altas horas de la madrugada, en las cuales sucedió la última aventura de la jornada. Y fue tal que maese Corronchos preparó un cigarro especial, mentolado al parecer, del cual non fumó el escribano por non seer su costumbre. Sí lo fizieron otros mesnaderos que con nosotros estaban, entre ellos don Assalit de Gúdal (que entonces aún era simplemente Mariano Pistachito), el qual llevaba ya en el su cuerpo un par de vasos de licor que tal vez le sobraban. Sea como fuere, en determinado momento ocurrió que don Assalit se agachó como para coger algo del suelo et qual non fue nuestra sorpresa al verlo caer redondo como zapo, firiéndose el rostro con la montura de sus gafas et rompiéndolas de paso, mientras quedaba inmóvil y silencioso. Alarmados, reclinámonos sobre el caído et preguntámosle qué le ocurría, a lo qual respondió desde el suelo: "Nada... que tropecé... et non sé bien con qué". Fízose maese Corronchos cargo de la situación muy de seguida aclarándonos que maese Pistachito había "cogido un globo", cossa que muyto me extrañó pues por más que miraba el cielo non parescía surcando por él globo alguno. Al final paresce que al vahído de don Assalit también se le llama "mal viage" et es causado por el maldito cigarro mentolado que passaba de mano en mano et que le había producido una bajada de tensión.

Sentamos al pobre Pistachito en una silla et mientras preparábanle una agua açucarada para levantarle la tensión... ¡volvióse a plegar el hombre sobre el costado, diziendo incoherencias e faziendo ánimo de vomitar! E tal fue el momento de volver a entrar en el albergue, fazerle comer algo dulce (a lo que se negaba con obstinación) et, finalment, acompañarlo a la cama cogido entre dos hombres porque apenas podía dar un paso. Seguílos yo mesmo con una bolsa de basura presta por si vomitaba la cena et decidimos todos que ya estaba bien por el momento, que iba pronto a sonar la hora de prima et nos quedaban apenas un par de suspiros de sueño, retirñandonos a nuestros camastros bien calenticos hasta una mañana siguiente que ya casi era venida.

Como también voy a fazer yo agora, que convendrán mis lectores que non han sido pocas emociones las narradas para seer la primera jornada... ¡y aún incompleta!