sábado, 1 de agosto de 2009

CRONICA DE CASPE - 2009

CRÓNICA DONOSA DE LA CELEBRATIO DEL COMPROMISO DE CASPE, DE LA SEMPITERNA VISITA QUE HELIOS FIZO EN TAN INELUDIBLE ENCUENTRO, DE LAS MUCHAS MESNADAS AMIGAS QUE A ÉL CONCURRIERON ET DEL GRATO DESCUBRIMIENTO DE LA LAMPARILLA QUE EL NARRADOR FIZO PARA SU PLAZER.


Contada, como es costumbre de luengos años, por el Cronista Maior de la mesnada real, que a tales fiestas concurrió et al que muchos sudores banyaron a pesar del gratísimo encuentro con cavalleros et donas que en ellas tuvo.


PRIMERA JORNADA


In Nomine Patris, et Filii, et Spiritu Sancti, amen.

Pues, senyores, he aquí que el mes de Juno, esposa de Júpiter, tocaba ya a su fin y como suele suceder para aquestas fechas estaba la mesnada Fidelis Regi convocada por nuestros buenos companneros de la Orden de Caballeros Sanjuanistas de Caspe a la celebratio de los fastos del Compromiso que los notables aragoneses, valencianos e catalanes habían sellado por dar nuevo rey a la Corona de Aragón, muerto don Martín el Humano sin descendencia et bañados en sangre sus reinos por las luchas de banderías que los muchos pretendientes a la mesma propiciaban sin que ninguno dellos cediera en sus pretensiones.

Tres eran, con ésta, las vezes que el Cronista de la hueste Fidelis había respondido al llamamiento de los caspolinos, et como gato escaldado que del agua fría huye, decidió el escribano dexar en sus feudos zufarienses todo aquel pertrecho que contribuyese a aumentar la calor que por espacio de luengas jornadas azota las calles de la villa para aquestas fechas, de modo e manera que camisón, cintos, veste, espada y escudo viniéronse conmigo en mi corcel albo et quedáronse en mis arcones gambesones, sayas, mazas, dagas e quebrantos que non hubiessen servido más que de agobios en una celebración en la que por encima del festejo, las bebidas espiritosas, los cánticos de taberna (que non faltaron, vive Dios), la algarabía et las risotadas de los mesnaderos reunidos en franca camaradería, es el sol et las calores del estío recién estrenado quienes protagonizan el evento et quienes aplastan contra el suelo los bríos guerreros.

Tras este necesario preámbulo, que vuesas señorías han de conoscer por no ser repetitivo en lo que a calores se refiere, digamos ya que partíme de mis feudos de Zufaria poco antes de la hora nona del día de San Pelayo mártir, 26 de junio deste año de 1412, recorriendo en apenas una hora e cuarto las ochenta leguas que separan Zufaria de Caspe, con un sol de justicia que todo lo abrasaba, et llegando a la fonda de la villa caspolina do cambié mis ropas del siglo por otras más apropiadas, tomé un refrigerio en la dita fonda (pues había salido de mis posesiones sin apenas probar bocado) e tras ello me encontré con el caballero don Lope Ferrench de Luna, el qual reposaba en Caspe desde tiempo atrás por haber estado su dueña donna Noelia trabaxando en su casar durante este último año.

Tras los saludos et parabienes de rigor, dexamos mis pertrechos bien aderezados en el pabellón do íbamos a pernoctar en lo sucesivo (y que era bien enorme et calurosa nave donde íbanse a juntar unas buenas decenas de mesnaderos, e con ello dejo dicho todo) e marchamos a pie al encuentro de nuestros anfitriones sanjuanistas que remojaban el gaznate en una fonda próxima al lugar que llaman El Plano, do trobamos a los señores de la Compañía Arcoflis, de modo que saludé e abracé muy contento a don Ioan de Ancheta, al entrañable et gran amigo don Jaume de Montull et dí el ósculo de bienhalladas a su encantadora esposa donna Elisa de Montserrat et a las bellas senyoras donna Beatrix (que en la parla catalana es dicha "Beatriu" et a la qual en su propia costumbre llaman "Triu", lo qual traería ocassión de grandes chanzas, como se verá) donna Sabina et donna Melania, recién ingresadas en la hueste de arquers catalans de la Flor de Lys, muy bellas damas todas ellas, acompañándoles en el trasiego de las muchas cervisias et otras bebidas hidratantes (et no tanto) que en lo sucesivo íbamos a vernos obligados a degustar.

Tal fue el caso que, estando vuestro orondo escribano poco acostumbrado al alcohol e habiendo echado al su gaznate no menos de dos o tres desas cervisias que digo, salímonos a la calle et dióle al cronista la extranna sensación de que las casas caspolinas se movían por cuenta propia, sin caer en la cuenta de que non eran los edificios quienes tal exercicio hacían sino los sus propios pies, que non hallaban el modo correcto de colocarse uno ante el otro por bien caminar debido a los vapores cerveciles et la mucha calor que los clavaban al suelo et que, a pesar dello, non erat tan recia como en otros anyos anteriores, pues soplaba una brisa beatífica que contribuía a fazer el aire un poco respirable al menos.

Como era pronta todavía la hora de andar por esas calles sin el acomodo de la temperatura, volvímonos a la fonda del comienzo deste relato et continuamos con el trasiego de nuevas bebidas hasta que, poco a poco, fueron concurriendo allá el resto de mesnaderos, que fueron don Sancho de Antillón et la su prometida donna Luisa Magistra, don Atho de Foces et la simpar donna Roçío Bruna, a todos los cuales saludamos con la efusión del encuentro et también del alcohol, et otros amigos que allá nos iríamos juntando entre el viernes et el sábado a la mañana, como los Arquers del Rei En Jaume don Jaume Escudé, el gigantón don Roger de Flor et su fiel Marqués (que echaría de menos sus trifulcas con el bueno de Draco pero que se comportó tan noblemente como suele cuando non ha ocassión de batallar al modo perruno), las huestes calatravas de Joaquín de Alqannis, la Milicia Concejil de Rioiia con el sennor don Ignacio et su esposa e fijo (non el del cuerno del año anterior, a Dios sean dadas las Gracias, y al que vuesas señorías recordarán con agrado, sinon otro más talludico que tiene, et gustoso de la Historia e sus anécdotas), los senyores de la Hueste Medina Yarca, los arqueros caspolinos de Armeca (entre los cuales figura un digno caballero de hechuras similares a un cierto personaje que me fizo dar un respingo la prima vez que vislumbré su rostro, et non digo más) et la Companyía del Norte de don Rodrigo de Petralta, todos los quales formaban un muy lucido grupo de no menos de una setentena de bravos soldados dispuestos a disfrutar de las fiestas del Compromiso, por las quales estábamos convocados en Caspe.

Et una vez fecho el recuento de las huestes, digamos que de allá a unas pocas horas, pasada la de vísperas et con el sol ya permitiendo cierto respiro, trasladámonos los fideles del Rey al encuentro de la muy noble señora donna Rachel Esteban, la qual dirigía un taller de danzas medievales en el lugar que llaman La Fireta et en el que participaron don Sancho de Antillón et donna Luisa Magistra, que non pierden occasión de mostrar sus dotes cortesanas, faziendo tales quiebros galantes et donosos movimientos que ganáronse la muy merecida ovación de la concurrencia allá reunida. Saludamos con grande efusión a donna Rachel, a la cual non veíamos desde lo de Las Bodas en febrero, et dímosle el pésame por el fallecimiento de su padre pocas jornadas atrás, lo cual nos agradeció de corazón como todo cuanto tan notable señora suele fazer. Et acabadas las danzas continuamos nuestro periplo caspolino por unos minutos hasta que la noche cubrió el cielo de estrellas e regresamos a la fonda que al principio dezía por cenar algo antes de hundirnos en el bullizio de la fiesta.

Allá en la fonda, que fue muy visitada et que nos acogió durante luengas horas por contar con un invento divino que en nuestros días llaman "aire acondicionado" et que refresca el ambiente cual si estuviésemos en Teruel en febrero antes que en Caspe en junio, pedimos al mesonero unos trozos de pan con diversas viendas entrellos, refección de la cual don Jaume Montull et don Atho de Foces repitieron comba, a más de las papas bravas (servidas con cierto retraso por unos fonderos agobiados por el mucho trabajo que esa noche tuvieron) que también engullimos con grande plazer, de lo cual se deduce que la muita caminata habíanos despertado un apetito de dragón.

Estando en tales trabajos llegaron, al fin, pasada una hora de completas, los señores don Ruy de Urrea, donna Ana de Luesia et sus hermana e cuñado donna Maria del Mar de Luesia et don José María, que allá fueron efusivamente saludados et que protagonizaron una de las muchas chanzas que en lo sucesivo íbanse a sucederse, pues marchados los señores a aderezar sus pertrechos en el pabellón, et esperándoles la manduca en la mesa en el entretanto, llegado el momento de la Dolorosa dexamos la cuenta de lo mucho trasegado al lado del sorprendido don Ruy, cantándole todos el "Cumpleaños Feliz" (aunque el señor de Urrea non lo celebra hasta diciembre) et cominándole a que pagase de su bolsillo el montante de lo consumido, a lo qual respondió el noble caballero con las amables palabras "¡mira que sois cabrones!", abriéndose deste modo la veda de las bromas, los chascarrillos, las risotadas et las chanzas que en lo sucesivo se celebrarían entre los mesnaderos juntados en Caspe.

Mas la nocte non había hecho más que empezar, de modo que ya bien alimentados regresamos de nuevo a las calles de Caspe a participar de la fiesta, subiéndonos hasta La Fireta et haciéndonos por el camino con buenos litros de cerveza et calimotxo que fueron muy linda et rápidamente consumidos pero que también fueron ocasión de chanza, pues teniéndolos en sus manos donna Triu, donna Elisa de Montserrat et donna Roçío Bruna, antes parescían las pobres senyoras fonderas de taberna germana que donosas damas de hueste real, pues nadie era tan galante de cargar con los vasos de cerveza en las sus manos por no estorbarnos al caminar por Caspe. A ello se añadió una muy chusca batalla de fotografías librada entre don Ruy de Urrea et donna Luisa Magistra, los quales rivalizaban en fazer la foto más sorprendente et inesperada, disparando esos inventos del diablo infinidad de veces, de frente, de espalda, de costado et por sorpresa, de tal modo que se almacenaron en las dichas máquinas imágenes de tal cariz que poco faltará para encanarse de risa a todos quantos tengan occasión de vellas.

Fecho lo cual encaminámonos pin pianito de nuevo hacia los pabellones de descanso, do aderezamos a la fresca una mensa en las gradas que al cabo del mismo había et desplegamos en ella un aunténtico pandemonium de vasos, bebidas et sishas, probando por vez primera vuestro escribano el espiritoso que allá en Casp llaman "lamparlla" y que non est otra cosa que ginebra mezclada con zumo de naranja et de granadina, todo ello muy fredo (congelado como nieve en el Monte Perdido, a dezir verdad) et muy agradable et muy peligroso, pues entra en el cuerpo con los calores muy lindamente mas suelta las lenguas, afloja las piernas et sale del cuerpo con mayor dificultad et dexando un dolor de cabeza más que fermoso.



Casi veinte litros deste brebaje (siete de don Sancho de Antillón et doce y medio de don Ruy de Urrea) estaban preparados para atravesar las gargantas de los mesnaderos en esa et en sucesivas ocassiones, lo que fizieron a plazer, a más de una exquisita limonada de hierbabuena aportada por don Atho de Foces et dona Roçío Bruna, todo lo cual fue dispuesto sobre la mesa et allá, entre el humo de las cachimbas et las risas de los soldados, que eran una buena treintena entre arqueros et caballeros, comenzáronse las chanzas et racontamientos varios, como la estupenda aventura de don Jaume Escudé, que faziendo honor a su apellido contó como en Al-qannis, cuando lo de las Calatravas, habiendo ganado la altura a sus enemigos en la algarada lanzó su escudo redondo sobre las cabezas destos a la espera tal vez de que volviese el mismo a su braço, ganándose con ello el sobrenombre de "Capitán América", sea este caballero quien fuere. O las muchas bromas que rescibió con admirable paciencia donna Triu de Arcoflis, quien a causa de su peculiar nombre tuvo que escuxar referencias al juego del mus ("triu" de reyes), a la climatología (el calor del "estriu"), a las costumbres sexuales (a ver si esta noche hacemos un "triu") o a cualquier otra expresión relacionada con el número tres, que la donna imagino que odiará desde esa noche en adelante. O también, por último, la defensa de la Honor de la fija de don Sancho de Antillón, la qual es sabido que anduvo en amoríos con don Jaime I et que incluso dióle un bastardo, ganándose por ello el apelativo que a las gallinas suele inmerecidamente aplicárseles.

Et assí, entre bromas e risas, fue ganando el cansancio a la algarabía e poco a poco fueronse retirando a su reposo los companneros de mesnada, de modo que al final quedamos en la brecha solos don Ruy de Urrea, don Roger de Flor, don Juame de Montull et unos poco más, incluido yo mesmo, pero aún non tocó a su fin la noche pues fue don Ruy quien tuvo la idea de proponer una recena al caballero Roger, quien fue a su montura et regresó a las gradas con una saca de chorizos, embutidos, longanizas et otras viandas varias de las que dimos buena cuenta cortándolas con un cuchillo apenas afilado et echando de menos (como el último aragonés vivo) "¡un poco de pan, rediós!", et quienes me lean comprenderán a qué me refiero.

Clareaba casi el alba quando al fin los últimos valientes recogimos los restos del festín et nos retiramos al pabellón, do dormimos sobre colchones rellenos de ayre aguantando el calor et el concierto de ronquidos que setenta mesnaderos et sus donas suelen desplegar cuando en tales lugares se juntan.

Et como va siendo larga esta primera jornada, dexaremos dormir a los Fideles et sus amigos hasta la mañana siguiente..

SEGUNDA JORNADA

Alçose el sol en el cielo a las pocas horas de haber conciliado el sueño sobre una yacija que tembloteaba por todos los sus lados cuando el escribano despertó, et como el lugar non me invitaba al remoloneo ni a la duermevela, dexóse caer al suelo el cronista, cogió sus enseres de baño et dirigió sus pasos hacia las duchas, do tomó una muy gratificante en compañía de don Atho de Foces et un otro caballero a quien las legañas y los vapores de la resaca impidiéronme identificar. Et non me pregunten sus senyorías por comparaciones en cuanto a atributos masculinos se refiere, pues non fue tiempo nin lugar para fazerlas et aqueste pergamino tampoco es el foro yosoylila para despertar insanas admiraciones. Fechas las abluciones matutinas, descansados los cuerpos et despejadas en parte las mientes, dejé en sus yacijas a la hueste Fidelis Regi et salíme fuera del abrasador infierno del pabellón caspolino por desayunarme en la cercana taberna del aire acondicionado de los mis amores, do encontré a los arqueros de Jaume Escudé a los que acompañé con gran deleite, esperando -¡iluso de mí!- que non tardarían don Atho, don Ruy de Urrea et los demás Fideles en fazer lo propio, desconociendo el fabuloso idilio que todos ellos tienen con las sábanas et las almohadas, haga el calor que fiziere.

Fue assi como, tras esperar una media hora larga y faltando otra media para sexta, salíme de la fonda et fui muy despacio hacia el mercado del Plano, do esperaba encontrar más enseres que comprar que dineros para fazello, pues han de saber vuesas señorías que estando a fin de mes et sin haberme pagado los retrasos que la Hacienda Real me debe, andaba el escribano a dos velas en lo que a poder pecuniario se refiere, de modo que a non ser por las muchas invitaciones de los amigos (que a Dios gracias non me fallan) et los pocos caprichos que me concedí en aquestos días, poco habría faltado para hallarme sin un maravedí o un morabetino en las faltriqueras. Mas para descanso dellas, hallé que el mercado apenas era ocupado por medio centenar de puestos de comidas, abalorios et otras artesanías de bella factura pero de poco provecho para un escribano de ración como quien estas líneas escribe, de modo que poco despertaron mi codicia las mercaderías expuestas, fuera de un trozo de torta que merqué en un puesto al uso y que degusté sentado a la sombra en una fonda próxima al dicto Plano caspolino.

Algo corrido por la mucha tardanza, púseme en contacto con el señor de Urrea por saber cuánto tiempo iba a tardar en arrivar al mercado et díxome que aún estaban desayunándose, de modo que trabé conversación con unos almugávares que por una fonda próxima se hallaban et los encontré muy amistosos et de muy buen trato, tras lo cual ví ya al otro lado de la calle a mis companneros de mesnada et juntéme con ellos muy contento, e visitamos juntos el mercado -siendo ellos de la misma opinión que la mía en lo que a enseres guerreros ofrecidos toca- et don Ruy de Urrea mercóse un cuerno de caza et probamos los dos de hacerlo sonar, siendo más mis mañas para lograrlo que las suyas, pues el bueno de don Ruy soplaba de tal modo que antes sonaba el cuerno a becerro resfriado que a recio mugido de llamada al combate como debería. Non le faltarán, sin embargo, ocasiones al señor de Urrea para aprender a atronar las calles con el sonido de la cuerna, para disgusto de las buenas gentes del señorío de La Muela, según imagino, que además de curar de los desmanes del Concejo della, que andan estos días en dimes y diretes, tendrán que sufrir -me temo- los ensayos de su señor con el cuerno del demonio.

Pasado nuestro periplo mercaderil, acudimos los mesnaderos de las diferentes huestes a la refección, que íbase a servir en unos pabellones próximos al del pernocte, para lo cual nos habían provisto los ministriles caspolinos de unas tarjetas que habían de presentarse antes de serles servida la comida, que constaba de unas espinacas con uvas pasas et judías, un plato complido de carne guisada con un trozo grande de hogaza bañada en su salsa et, como postre, un trozo de melón o una manzana et unos lamines de torta de crema et bizcochos regado todo ello con cerveza et agua fresca en jarras. Mas fue el caso que haciendo dentro del dicho pabellón, tan enorme como el otro, una calor de mil demonios, a punto estuvo de sufrir el señor don Sancho de Antillón un desmayo por causa della, de tal modo que tuvo el caballero que remojar toda su cabezota para aguantar en pie sin desmayarse. Et teniendo don Sancho una cabeza de tal calibre, mucho me temí habernos dejado sin agua con la que ducharnos a la noche siguiente.

Ya he dicho en muchas ocasiones a vuestras señorías que nuestra principal cuita en estas jornadas fue el mucho bochorno que en ellas suele hacer, por lo que temo mostrarme repetitivo, mas esa reiteración hará a vuesas señorías caer en la cuenta de los muchos trabajos et grandes sudores por los que passamos, a pesar de lo grato dellas et de los buenos momentos vividos en la ciudad del Compromiso. Assí entenderán mis lectores que a poco de acabar la comida volamos más que corrimos a la mil veces sea beatifica fonda de nuestros amores, donde nos dexamos caer con deleite et donde degustamos unos granizados de diversa índole, fumamos nuestras inseparables sishas et los caballeros Sancho de Antillón, Ignacio de Rioiia, Atho de Foçes et José María de Urrea juntaron partida de mus como quien dice riojanos contra aragoneses, jugando dos partidas a cuatro e a ocho reyes (sea esto lo que fuere), ganando cada una de ellas una de las parejas enfrentadas, de modo que quedaron todos los cuatro muy contentos et muy relajados por haber tenido oportunidad de practicar tal juego, que a tenor de la felicidad de sus rostros ha de ser como rescibir masajes de daifa en un prostíbulo, especialmente don Atho, que dixo haber tenido por primera vez en su vida una "treinta y una real" que, por seguir el símil, debe ser como fellatio de puta bizantina...

Luengas horas passaron los mesnaderos en los jardines de la fonda durante la canícula de la tarde, e a eso de media hora después de vísperas adereçamos nuestros pasos hacia el lugar que llaman El Muro donde celebrábase un concurso de arquería entre cuyos organizadores parecióme ver al anteriormente dicho personaje, camarero de oficio, a quien mal rayo parta pero que resultó para mi tranquilidad ser un miembro de Armecas encargado del buen funcionamiento del concurso. Mucho más grato para este vuestro escribano fue el encuentro con donna Raquel Esteban a las puertas del Muro, a la que acompañaba un caballero caspolino con una cámara sobre sus hombros, ante la cual donna Raquel pidióme que entonara el ya mítico "Se Canto" occitano para ser grabado y emitido por las ondas. Como comprenderán mis lectores, mi natural vanidad se unió a la caballerosidad de complacer a la bella dama et non dudé en hacello, quedando grabado para la posteridad et quedando ellos muy contentos e agradecidos e yo más, prometiéndome el buen caballero enviarme a mis feudos zufarienses una copia de la grabación para disfrute de los Fideles Regi.

Discurrió el concurso como suelen estos certámenes, ganándolo un muchachico de apenas catorce años que disparaba las flechas al blanco móvil como Robin de Locksley a los hombres del sheriff de Nottingham en Sherwood, por lo cual fue muy felicitado e rescibió merescido premio y ovación de todos los presentes, incluidos dos mercenarios (non recuerdo si calatravos o de la Compañía del Norte) que portaban palos de fuego et que fizieron estallar en más ocasiones de las que hubiera deseado, dexándome los oídos como uvas pasas et llevándose por lo bajini muy lucidas invitaciones por mi parte para irse ambos a buscar el Santo Grial en un pozo de heces de cerdo...

Tras ello, como ya habíamos fecho en numerosas ocasiones, que ya había perdido la cuenta dellas, regresamos a los pabellones por tomar la cena, antes de la qual donna Raquel Esteban et sus acompañantes nos deleitaron a todos con unos muy donosos bailes que arrancaron grandes aplausos a la concurrencia, sobre todo el último dellos, que se llamaba algo así como "los siete saltos" et que acababa precisamente dese modo. Tras lo cual pasamos al interior del infernal pabellón a degustar la cena, que fue muy similar a la comida, trocando las espinacas por una ensalada muy sabrosa mas manteniendo la carne (aquesta vez adereçada con setas), el postre y la calor, que tuvo don Sancho que dexarnos sin agua por segunda vez al tener que remojar los mil pies cuadrados de su cabezota para non caer deshidratado en medio del pabellón.

CONTINUATIO

Dexábamos a los mesnaderos acabando de cenar en el anterior pergamino et non podrán vuesas senyorías imaginar dónde fueron al acabar la pitanza... En efeto, como si tuviesen alas nuestros pies nos dirigieron a la cercana fonda del Buen Aire, donde non tardaron de nuevo en correr la cerveza, los granizados de café et los cafés con hielo a la espera de regresar a los pabellones et cargar los fierros para el desfile de la noche, antes de lo cual hubo recia discusión entre lo Fideles Regi por determinar si íbanse a poner almófares, cotas, gambesones et yelmos o si simplemente la veste de Fidelis Regi y la espada al cinto eran suficientes señas de buen caballero defensor de los Compromisarios de Caspe.

En ello estaban don Ruy, don Lope Ferrench de Luna, don Atho de Foçés et don Sancho de Antillón cuando apareció por la puerta de los pabellones don Aznar Pardo con veste, cinto, almófar e yelmo, ganándose la reprimenda de don Ruy, el qual había sugerido vestir solo la sobreveste et la crespina como señales de caballero. Lo que non sabe nadie es que apenas unos minutos antes don Aznar estaba decidido a non acudir al desfile, pues una mala quemadura angustiaba su entrepierna (por la mucha calor et las muchas gorduras del su cuerpo) et facíale ver mil diablos cada vez que un paso daba a pesar de los ungüentos que donna Elisa de Montserrat habíale prestado para calmar el su dolor. Asqueado, confuso e dolorido, arrojó el cronista sus armas sobre el suelo et, apesadumbrado, iba a anunciar su decisión a los mesnaderos cuando por su mente pasó la idea de que un Fidelis Regi jamás, nunca deja de acudir a la llamada de la hueste, por lo cual haciendo de tripas coraçón, preparando un burdo remedio para sus males et vistiendo de nuevo almófar et crespina, salió don Aznar a la puerta nuevamente revestido de sus armas e mandando al diablo los dolores encaminose hacia la colegiata, do a punto estaban ya los notables don Pedro Sagarriga, don Bernardo Gualbes, don Guillem de Vallseca, don Françesc de Aranda, el obispo de Huesca don Domingo Ram, don Berenguer de Bardaxí, don Pedro Beltrán, fray Bonifacio Ferrer et su hermano el dominico Vicente Ferrer de anunciar al mundo la elección de don Fernando de Trastámara como rey de Aragón, de Valencia, de Mallorca y de Sicilia, conde de Barcelona y señor de Montpellier.

Formamos los mesnaderos como solemos, tras los ministriles que tocaban su eterna murga, saliendo por la puerta de la colegiata con grande pompa e aplauso, andando por las calles de Caspe bajo la mirada de los caspolinos et dirigímonos hacia la plaza del Concejo, donde con grandes voces se presentaba a las tropas concurrentes al público. Portaba don Aznar Pardo orgullosamente el estandarte de Fidelis Regi et tras él formaban don Sancho de Antillón, don Ruy Ximén de Urrea, don Atho de Foçes, et don Lope Ferrench de Luna, que gritaron por tres veces "¡Aragón!" ante la proclama del Urrea "¡San Jorge y Aragón!" et continuamos nuestro deambular tras los Heráldicos de Caspe que a la postre habían sustituído parte de su murga por gritos de "EÓ, EÓ", lo que resultaba tan pesado o más, si cabe, que el sonido de sus tambores. Arreciaba la calor bajo el almófar et la crespina del señor Pardo, de modo que al detenernos definitivamente en El Muro podíase escurrirse la crespina acolchada e aún habría salido líquido suficiente para un trago si tan grande hubiera sido su necesidad...

Tras ello nos dirigimos a la posada de los hermanos Sanjuanistas do esperábamos degustar unos cuartillos de lamparilla mas fue imposible por no hallarse experto que conectase los barriles a la espita dellos, de modo que sugiriendo don Ioan de Ancheta regresar en su corcel al pabellón por dexar en él nuestros fierros, acompañámosle don Jaume de Montull et yo mesmo, de modo que, entretanto regresaban los mis companneros Fideles, me encargué de preparar la mensa junto a las gradas como la noche anterior por fumar nuevas cachimbas et terminarnos la lamparilla et la limonada de hierbabuena. Regresados todos et juntados en torno al lugar una buena treintena de mesnaderos, rescibimos la visita de los maceros del municipio (que aquí llaman por el nombre de "Policía Local"), los cuales amablemente nos cominaron a que dexásemos bien limpio et escoscado el lugar cuando terminásemos nuestras libaciones. Invitámosles a participar dellas mas, estando los buenos señores de ronda, les era imposible aceptar nuestro ofrecimiento, si bien nos lo agradecieron con buenas palabras.

Et nuevamente fueron allí las chanzas, los brindis, las bromas et las risas, si bien un tantico más apagadas que la noche anterior pues los muchos trabajos habidos et el calor sofocante -pues esta segunda noche el aire decidió detenerse en Escatrón sin llegar a soplar por Caspe- no invitaban a soltarse las lenguas, mas sí a acabar con la lamparilla et aún con los embutidos que don Roger de Flor volvió a sacar de las faltriqueras de su corcel, de modo que habiéndonos hecho con un cuchillo decente et con una barra de pan que acompañase las viandas, dimos buena cuenta dellas et también de lo que quedaba de bebida, pues non había de restar una sola gota de lamparilla en las botellas. Recuerda el escribano desta última noche una frase dicha por don Ioan de Ancheta al señor de Urrea, pues habiéndole ofrecido éste la posibilidad de ser un mesnadero de la Hueste Fidelis, respondióle don Ioan: "tú me prometiste tierras e castillos et luego nada me diste", lo cual quedó tan épico et tan lucido que don Ruy fue incapaz de replicar al arquero catalán et las sus palabras fueron gravemente recordadas por el cronista para incluirlas en aquesta crónica según acabo de fazer...

Et assí pasóse la noche también hasta altas horas de la madrugada, en las cuales los pocos caballeros que hasta ese momento habíamos aguantado en pie recogimos los desperdicios, dexamos todo qual nos lo habíamos encontrado e aún mejor et nuevamente nos dispusimos a retirarnos a nuestras yacijas para pasar un resto de sueño si cabe más caluroso que el de la noche anterior.

TERCERA JORNADA

Molestaba en la cara ya el sol cuando a la mañana del último día dexó caer el escribano sus orondas carnes al suelo para dirigirse a las duchas con más duelos y quebrantos que la mañana precedente, pues tras los muchos desfiles et paseos por las calles de Caspe estaban sus güesos todos doloridos, sus ojos batidos por el mal dormir et su entendimiento nublado por un mal dolor de muelas que a la noche habíasele despertado en la boca sin ton ni son, de modo que enseguida decidí vestir mis ropas del siglo (ya que las del medievo estaban muy sudorosas et malolientes para volver a vestillas sin ofender las narices de la concurrencia), tomar un calmante para mis dientes et dirigirme a la fonda del Buen Aire donde a poco aparescieron mis compañeros de mesnada et degustamos un bien nutrido almuerço de cafés, dulces, bocadillos, papas bravas et otras morrudencias que, acompañados por la buena temperatura del local, nos tuvo atados a las sillas del mismo et decidimos non participar en el desfile de la mañana, cosa que sí ficieron donna María del Mar et don José María de Urrea, que mucho debían gustar de los calores.

He de decir que a esas horas habíase aclarado un asunto que a punto estuvo de fazer a don Atho de Foçés y su prometida donna Rocío marchar de Caspe de buena mañana, et fue el caso que habiendo quedado su minino Bécquer al cuidado de la madre de donna Rocío en el señorío de Villaba del Perejil, habíase escapado el muy tuno a rondar gatas por el pueblo et non paresció en toda la noche, de modo que don Atho et donna Rocío decidieron marchar a sus posesiones villalbinas por encontrallo. Mas a poco rescibió donna Rocío noticia de haberse hallado el gato de sus cuitas et, respirando tranquila, tuvo a bien la pareja acompañarnos con su siempre agradable presencia durante la mañana al menos hasta la hora de comer.

Mas, llegada la hora de la comida et non teniendo muitas ganas de degustar de nuevo la consabida carne guisada et la ensalada de turno, decidimos regresar de nuevo a la fonda de nuestros amores (cuyos fonderos en verdad hicieron el agosto en junio de tanta cerveza, agua fría et otra viandas como sirvieron en tres días) et tomar en ella unos helados, cafés, granizados et otros espiritosos, amén de tres o cuatro sishas de buen tabaco moruno hasta bien entrada la tarde, tiempo durante el cual hablamos los reunidos sobre músicas (ya que don Ioan de Ancheta desveló su condición de "Mod") et sobre mil otros temas en franca camaradería.

Poco queda ya por narrar, mis queridos lectores. Hacia la hora de vísperas, habiendo acabado nuestro periplo caspolino, recogieron los mesnaderos sus enseres, despedímonos todos con grande pesar hasta la próxima vez -que será en Anento, dentro de unas semanas-, cargamos nuestros corceles e jumentos con todo nuestro bagaje et regresamos cada cual a sus feudos dexando atrás el calor de Caspe, que lo había sido tanto en su sentido literal de bochorno como en el trato de sus gentes, a las que desde estas líneas agradescemos los mesnaderos sus muchas cuitas y preocupaciones por el bienestar de la hueste.

E assí como pasó ha sido contado por el Cronista Maior de la hueste Fidelis Regi, que va agora mismo a refrescar el gaznate en las cocinas del castillo zufariense, pues tanta calor narrada despiertan en su garganta de nuevo la sed et el agobio vividos.

En el castillo de Zufaria, a veynte e nueve días del mes de junio del anno de Gracia de 1412.


Enrique de Çaragoça